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C. S. Sevillano
promovido en Perú por muchas personas y organizaciones
(Valqui et al., 2016). Este mismo año, en Chachapoyas,
se desarrolló el X Congreso Nacional de Ornitología con
una gran participación de estudiantes, biólogos, forestales,
naturalistas, agencias de viajes y público en general. El
hecho de que el Perú haya obtenido un bicampeonato y
el segundo lugar en un evento ornitológico mundial y
la gran participación del público en el congreso habla
de la gran popularidad y número de adeptos que viene
ganando la ornitología en nuestro país y demuestra que
en el Perú existe un gran potencial para fortalecer no
solo la ornitología como ciencia, sino que, a través de
ella, también se pueden desarrollar las capacidades de
muchos investigadores, aficionados y admiradores de la
naturaleza. La incorporación de la observación de aves
en actividades económicas, como el turismo de naturaleza
o aviturismo, posee además el potencial de contribuir al
desarrollo de poblaciones locales y en conjunto beneficiar
a la conservación de la riqueza biológica peruana (Stronza
y Pegas, 2008; Puhakka, Salo y Sääksjärvi, 2011; Fennell,
2014). Sin embargo, para llegar hasta esta etapa ha existido
todo un proceso histórico que se remonta a muchos
decenios atrás, el cual es interesante e importante conocer a
fin de comprender de qué manera evolucionó la ornitología
en nuestro país y cuáles deberían ser los siguientes pasos
para procurar su adecuada conservación (Franke, 2007).
En este artículo se expone el caso del desarrollo de la
ornitología en una sección de los Altos Andes del norte
del Perú, comprendidas principalmente por las cordilleras
Blanca, Negra, Huallanca y Huayhash en los departamentos
de Ancash, Lima y Huánuco (Figura 1). Esta área es
reconocida como un centro de endemismo biológico y
representa una de las zonas más biodiversas de los Altos
Andes (Fjeldså, 1993). Mientras la Cordillera Huayhuash
está considerada como Zona Reservada (INRENA, 2003;
Resolución Ministerial Nº 1173-2002-AG), la Cordillera
Blanca se encuentra legalmente protegida por la Reserva
de Biosfera y el Parque Nacional Huascarán y posee la
categoría de Patrimonio Natural de la Humanidad por la
UNESCO (SERNANP, 2017).
Comenzando por la representación ornitológica
a través de las primeras iconografías prehispánicas,
se abordarán algunos aspectos interesantes sobre las
primeras expediciones ornitológicas (1844-1983),
estudios biogeográficos (1987-2011) y finalmente estudios
ecológicos más recientes enfocados en su aplicabilidad en
la conservación de varias especies amenazadas. Se espera
que esta revisión 1) ayude a entender el desarrollo de la
ornitología en uno de los principales centros de endemismo
ornitológico altoandino y, por último, 2) contribuya a definir
futuras líneas de investigación aplicada, en especial aquellas
que contribuyan a mejorar las acciones de prevención y
mitigación del cambio climático en la diversidad biológica
de ecosistemas de montañas tropicales.
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Figura 1. Mapa de los Altos Andes del Norte del Perú,
principalmente las cordilleras Blanca, Negra, Huallanca y
Huayhuash, dentro de los departamentos de Ancash, Lima y
Huánuco. Solo se muestran los principales lugares donde se
colectaron o desarrollaron algunos estudios ornitológicos.
El Inicio de la Ornitología en Cordillera Blanca
Aunque la ornitología en el Perú no se desarrolló
formalmente como una ciencia hasta mediados de los años
1800 (Franke, 2007), las iconografías prehispánicas dan
cuenta de la relevancia que las aves tuvieron en las distintas
culturas del antiguo Perú. Los Altos Andes del norte del
Perú, reconocidos como un área de alta importancia para
la biodiversidad altoandina (Fjeldså, 2002) -especialmente
de aves (Angulo, 2009)- y como el centro con mayor
concentración de glaciares tropicales en el mundo
(Georges, 2004; Silverio y Jaquet, 2005), también es
reconocida como una de las zonas donde surgieron algunas
de las culturas prehispánicas más influyentes de los Andes.
En consecuencia, no es de sorprender que mucha de la
iconografía presente en las principales culturas asentadas
a través de los Altos Andes del norte del Perú tuviera las
aves como protagonistas. Culturas tan importantes como
Chavín, cuna de la civilización andina, fue de las primeras
en representar a uno de sus dioses con características
antropozoomorfas que incluían garras y alas amplias el
cual, de acuerdo con algunos arqueólogos (p. ej., Julio C.
Tello) representaría la conexión entre el cielo y la tierra
mediada por el Cóndor Andino (Vultur gryphus) o el
Águila Harpía (Harpia harpyja) (Curatola, 1991; y Figura
2a). Esta misma cultura representó el dualismo entre el
varón y la mujer, o el macho y la hembra, en esculturas
Revista de Glaciares y Ecosistemas de Montaña 2 (2017): 87-102