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H. Mallqui
Figura 1. Rodal de Puya raimondii cerca de Cajamarquilla, Ancash. Foto: Henry Luis Barreto Palma.
a cientos de miles de minúsculas semillas, y después de
esta producción la planta muere. Este comportamiento,
consistente en la muerte del individuo al final del ciclo de
floración, se conoce como monocarpia (por un fruto o carpo),
contrario a la policarpia, que se refiere al florecimiento y la
fructificación varias veces en el transcurso de la vida de
una planta (Grau, Gómez y Aráoz, 2010).
Dávila (citado en Salazar et al., 2010) menciona que
la especie Puya raimondii vive generalmente en “rodales”
(que significan terrenos o campos pequeños), aunque en
algunas ocasiones se pueden encontrar individuos aislados.
Sin embargo, la mayoría de los grupos de individuos de Puya
presentan tanto individuos juveniles como adultos y, entre
estos, se pueden encontrar también algunos en floración.
Los grupos de individuos en desarrollo o pequeños se
suelen encontrar en “parches”, es decir, en áreas cercanas
a los individuos ya desarrollados sin inflorescencia, y a los
adultos ya terminados de florecer.
La especie está considerada como una especie
amenazada que no sólo afecta a la especie en sí, sino a todo
su ecosistema, ya que el néctar de Puya raimondii podría
constituir un importante recurso para picaflores altoandinos
(Salinas, Arana y Suni, 2005) e incluye a una importante
avifauna como ha sido mostrado en Puno (Luque, Tapia y
Alcos, 2005).
La legislación nacional consideraba a esta especie
como amenazada según la Resolución Ministerial No
01710-77-AG/DGFF, promulgada el 30 de setiembre de
1977, que incluía a la Puya raimondii en la categoría de
“especie en vías de extinción”. En la actualidad, el Decreto
Supremo No 043-2006-AG promulgado el 13 de julio de
2006, aprueba la categorización de especies amenazadas
de flora silvestre donde la Puya raimondii es declarada en
peligro de extinción (EN). Asimismo, a nivel mundial, la
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UICN la considera dentro del listado de su libro rojo como
especie en peligro de extinción.
En este sentido, uno de los primeros pasos para
establecer regímenes de conservación es llevar a cabo un
inventario exhaustivo de los rodales de Puya raimondii y,
dentro de ello, el censo que se hace a través del conteo
directo de los individuos. Bajo esta metodología, se tiene
como antecedente algunos reportes publicados en el Perú,
siendo el más reciente el que se reporta en el sector Carpa
(Ancash), con 5464 ejemplares en 76 ha (Santander, 2016).
Por otro lado, existe información que ha sido citada en
Salazar et al. (2010), donde se menciona que en el mismo
sector de Carpa el reporte más antiguo (1988) es de 34,000
ejemplares en un área de 1044 ha. Posteriormente, en
1998, se registró una población de 22,512 individuos de
Puya raimondii con una densidad de 12.47 individuos
por hectárea. Por otro lado, en el santuario de Calipuy,
un estudio del año 1996 determinó que la mayor parte de
las puyas se encontraban en estado juvenil, es decir sin
inflorescencia aún, lo cual fue un indicativo de un gran
potencial biótico, y se calcularon alrededor de 30,000
individuos. Posteriormente, en 2005, otro estudio menciona
la existencia de 130,391 individuos de Puya raimondii en
esta localidad.
En Apurímac, se tiene reportado en 2001 once rodales
que abarcan un total de 101.5 ha, donde se contabilizaron
38,366 ejemplares de Puya raimondii con predominio de
plantas tiernas – juveniles, es decir, menores de 50 cm de
alto. En el bosque de Pishtac (Huancayo), se ha reportado
en 2011 que existe un total de 111,318 plantas de Puya
raimondii. En Lares (Cuzco), es de aproximadamente 1114
individuos. De los rodales existentes en Puno y Ayacucho,
se desconoce el total de plantas, pero son poblaciones
similares a las existentes en Carpa y Calipuy; además, hay
rodales pequeños que tienen gran importancia, pero que
Revista de Glaciares y Ecosistemas de Montaña 2 (2017): 79-86