Políticas Públicas y Educación Rural en la Sierra del Perú: Identificando el Problema( 1 ra Parte)
mediadores para el logro de los aprendizajes significativos de sus alumnos.
Asimismo, en la relación docente-comunero hay una vinculación establecida en base a la configuración de sus identidades, que se caracteriza por la cercanía física – aunque forzada, en la mayor parte de casos- de los docentes con la comunidad. Aunque, en la línea de pensamiento a la que se adscriben casi todos los docentes, el mundo campesino está en una relación de subordinación con lo urbano y por lo tanto en una precondición inferior, muchas veces evidencian una actitud de respeto y reconocimiento por las posibilidades y potencialidades que tiene esta cultura.
Otro gran tema a tratar es el sistema de evaluación de los aprendizajes de los alumnos, entendiendo a la evaluación como un acto educativo permanente, este se aplica de modo deficiente y represivo, solo esperando medir mediante sumas y promedios la repetición de los conocimientos transferidos y considerados como aprendizaje de los estudiantes, sin considerar el desarrollo de capacidades, valores y actitudes. Esto posibilita incluso“ chantajes” al educando, y está sesgadamente orientado a las funciones de promoción y meritage, descuidándose-prácticamente no aparecen- las funciones de retroalimentación y reforzamiento y, especialmente, los procesos de autoevaluación y coevalución que permiten al estudiante identificar sus logros, avances y dificultades. Como consecuencia de una evaluación solo normativa y sumativa, se produce un choque inadaptativo de origen socio cultural en un enorme contingente infantil. La escuela, en vez de facilitar la socialización, se convierte, con los hechos, en un obstáculo para ella.
Para comprender mejor lo mencionado, hay que tener en cuenta que los niños campesinos, prácticamente desde su nacimiento, se integran a su medio ambiente, no se quedan en casa. Desde la espalda de la madre, van reconociendo su entorno, crecen y se desarrollan familiarizándose con los sonidos del campo, el sol, el viento, la lluvia, los animales, las plantas y los demás elementos de sus ecosistemas y sus interacciones. Madre y niño asisten a las diversas actividades de la familia, sean estas domésticas, productivas, sociales, religiosas o culturales. Cuando aprenden a caminar, los niños se integran rápidamente a las labores domésticas y productivas, tales como cuidar a los animales, alimentarlos, recoger leña, agua, etc. Posteriormente asumen mayores responsabilidades en las labores productivas y sociales, como pastor, guía para la yunta, en la siembra y la cosecha, entre muchas otras.
El niño aprende rápidamente, mientras juega va observando, haciendo e imitando a las personas mayores( padres, hermanos y otros parientes). Estas condiciones hacen que, en el proceso de su propio aprendizaje, la participación de los niños sea dinámica y activa. Él es el protagonista, de manera que cuando llega a la edad preescolar, tiene un gran bagaje de conocimientos, reconoce las plantas y animales de su entorno y su utilidad, reconoce el clima y sus consecuencias, el suelo y el agua, las semillas, los cultivos diversos y mucho más. También sabe mucho acerca de los principios, fundamentos y valores culturales de su sociedad.
El aprendizaje del niño tiene como fuente de conocimientos tanto a la naturaleza como a su sociedad, se nutre de ellas y se desarrolla para ellas. En esta condición de desarrollo personal – sucintamente descrita- es que el niño ingresa a la escuela. Se puede deducir que el cambio entre una forma de aprendizaje-la de su comunidad-, con la de la escuela, tiene diferencias y contradicciones importantes. Al ir a la escuela, el niño se ve de pronto encerrado en un aula repitiendo hasta el cansancio la tabla de multiplicar o forzado a escribir cosas extrañas que no significan nada para él. Al respecto,( Guerrero, 2001) indica que“ estas situaciones crean en el alumno conflictos internos muy serios, probablemente no comprenda muchas cosas, por ejemplo el porqué sus padres le obligan a ir a la escuela para que deje de ser ignorante y bruto como ellos, para que deje de ser campesino ¿ y por qué ser campesino será tan malo? Por otro lado, ya hemos mencionado varias veces que en la escuela se subvalora lo campesino y se sobrevalora la ciudad como sinónimo de adelanto y progreso”.
Se añade( Guerrero, 2001) que,“ de esta manera, todo lo que hasta ese momento representó su universo, muy dinámico y variado, con maravillas naturales, su familia, su comunidad, ante los que desarrolló cariño y afecto, lleno de valor y significado para su vida, desde la perspectiva de la escuela oficial, no es tomada en cuenta, no sirve, no tiene valor”. Como consecuencia de esta colisión intercultural, el niño pierde concentración, se aburre y se duerme, obviamente no aprende casi nada. Esta compleja situación es atribuida facilistamente, por los docentes y por todo el sistema educativo, a la desnutrición crónica de los alumnos. En consecuencia, ¿ es el sistema incapaz de mirarse a sí mismo y buscar otras salidas a sus propios errores?
Cabe señalar, entonces, que la educación formal en el medio rural tiene una muy limitada contribución en la formación y potenciamiento de los campesinos agropecuarios que están inmersos en una estructura de producción básicamente minifundista y de autoconsumo. A pesar de que el proceso de la modernización-globalización los empuja a insertarse progresivamente en la economía de mercado, la escuela no aporta mucho en esa dirección. Tampoco está organizada ni implementada para orientar y apoyar a la población en la búsqueda de soluciones a las necesidades básicas, como empleo, vivienda, nutrición, salud, etc.
En el análisis de la educación actual, desde una mirada de los propios docentes, se señala que la educación rural está en crisis, que no responde a la realidad, que es teórica y que sólo sirve para transmitir información – de muy mala calidad, por cierto-. Esto constituye una afirmación axiomática muy común, en que la escuela y en general la educación pasan por una crisis endémica. Sin embargo, es
Revista de Glaciares y Ecosistemas de Montaña 2( 2017): 65-77
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