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A. Guerrero y R. Paz Soldán
En otras palabras, el ascenso social es hacia las ciudades,
quedarse en la chacra es estar condenado a la pobreza, la
ignorancia y la postergación, como efectivamente ocurre.
Pero el problema no termina ahí, porque la familia
campesina pierde por partida triple, ya que prescinde de
los aportes de los niños en las actividades productivas y
solventa los gastos de la escuela, es decir que no sólo deja
de percibir, sino que le irroga un gasto importante, para
finalmente terminar perdiendo lo más valioso que posee:
su capital humano. En tercer lugar, tiene que solventar los
gastos que la escuela exige para con los niños en uniformes,
útiles escolares, las cuotas, etc.
Otro problema es la experiencia y calidad de los
docentes encargados de la acción pedagógica en la
escuela rural, la mayoría recién egresados o intitulados
(con serias deficiencias profesionales), con baja escala de
remuneraciones y con expectativas de la “reasignación a
las ciudades lo antes posible”. Esta situación se agrava
cuando hay pocos alumnos y de varios grados, de manera
que un docente tiene que dictar los contenidos educativos
de varios grados al mismo tiempo además de ejercer
las acciones administrativas y directivas de la IIEE
(polidocencia multigrado o unidocencia).
Otra dificultad se relaciona con los objetivos y las
metodologías. Hasta mediados del siglo XX se impusieron
los valores de occidente y la castellanización forzada a través
de la educación pública, con una mentalidad colonizadora,
sustentada en una jerarquía de superioridad de la cultura
occidental en relación con las culturas de los pueblos
originarios. Resultado de ello ha sido el debilitamiento y
la extinción de muchas lenguas originarias y, por lo tanto,
la desaparición de las culturas correspondientes. Esto ha
redundado en un empobrecimiento del patrimonio común
de la humanidad constituida por la diversidad cultural,
situación que incide de manera directa en la diversidad
natural de los ecosistemas de montaña.
Hay espacio suficiente para plantearse algunas
preguntas como: ¿al tratar el Estado de proveer un bien
privado, por la ausencia de un mercado desarrollado, y
al hacerlo mal –o deficientemente- incurre en una falla
de gobierno? ¿Se puede proponer el desarrollo de un
mercado educativo competitivo en la zona o conviene más
corregir la falla de gobierno? 6 ¿Cuenta el Estado peruano
con una política educativa para los niños campesinos de la
Sierra? A continuación, trataremos de dar respuesta a estas
interrogantes con la intención de buscar alternativas que
puedan aportar con posibles avances en la solución de la
compleja problemática insinuada.
Un Marco de Análisis: Acerca del Modelo de
Desarrollo
El problema descrito sobre la educación rural en la
sierra rural del país amerita un análisis contextualizado
en los aspectos socioeconómico, ecológico y cultural,
especialmente por su estrecha vinculación a los habitantes
de los ecosistemas de montaña, con una tradición milenaria
de relación con la naturaleza fuertemente maltratada e
ignorada desde la conquista, generando una espiral de
deterioro sin control.
Existen varias acepciones de desarrollo, dependiendo
de la complejidad del enfoque, que van desde la simple
satisfacción de las necesidades básicas de las personas, la
satisfacción de las necesidades individuales y colectivas de
la sociedad organizada, el crecimiento económico, el cabal
aprovechamiento de las potencialidades de la sociedad
humana y las demás sociedades naturales y el equilibrio
óptimo entre sociedad y naturaleza, como la base de una
sostenibilidad definida e infinita.
En tal sentido, entendemos el desarrollo como un
proceso social global, que se caracteriza por el mejor
empleo de los factores de la producción, a través de una
mejor división del trabajo, de una mejor tecnología –
innovación permanente-, de una adecuada utilización de
los recursos naturales y de la disponibilidad de capital,
todo orientado hacia el mejoramiento de la calidad de vida
de las personas, tanto individual como colectivamente.
El concepto de calidad de vida está relacionado
con elementos fundamentales muy vinculados a las
necesidades humanas, tales como lo expresa la Pirámide
de necesidades y satisfactores de Abraham Maslow (1991) 7
(Figura 1), sustentada y utilizada por muchos educadores.
Esta teoría sostiene que, de acuerdo con el modo en que
son satisfechas las necesidades más básicas (que están
en la base de la pirámide), surgen progresivamente otras
necesidades de mayor nivel hasta llegar a las relacionadas
con las de autorrealización (que están en la parte superior
de la misma pirámide). Evidentemente, se llega a estas
cuando todos los niveles anteriores han sido logrados o, en
su defecto, están en proceso de ser alcanzados.
La tendencia evolutiva más reciente del desarrollo fija
un rumbo hacia el cultivo de valores y talentos como la
creatividad, la capacidad de innovación y la originalidad,
denominadas habilidades blandas, así como la capacidad
de cuestionar y de romper la rigidez y las fronteras de las
apariencias del sentido común o el saber convencional,
porque ahora el futuro se presenta, no como una historia
lineal y progresiva, sino más bien sumamente turbulenta,
de limitada previsibilidad y de gran incertidumbre.
En el mundo rural, el mercado competitivo tiene un desarrollo incipiente, el mismo que –tal como sostiene Ostrom (2000)- “es en sí mismo un bien
público” y que “ningún mercado puede existir por mucho tiempo sin instituciones subyacentes que lo mantengan”, situación de la que adolece el mundo
rural andino.
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Ver la pirámide de necesidades de Maslow: https://pacotraver.files.wordpress.com/2015/06/piramide_de_maslow.jpg
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Revista de Glaciares y Ecosistemas de Montaña 2 (2017): 65-77