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Legado de los Programas de Desarrollo Ambiental Participativo( PDAP) en los Andes: Lecciones Aprendidas
Consejo Municipal, la sostenibilidad de este fondo parece estar en tierra firme. Así mismo, los agricultores informan que la asistencia y los materiales que han recibido de la Fundación les ayudaron a aumentar sus ingresos. También están orgullosos del hecho que contribuyen a la mejora de la calidad del agua para todos, sin embargo, lamentan que los habitantes de las comunidades ubicadas río abajo, que también se benefician de sus esfuerzos, no contribuyen al fondo de agua como es debido( Kenny-Jordan, 2010).
Compatibilizar las políticas de desarrollo. Hay un gran divorcio entre las políticas de desarrollo de las instituciones locales y de las comunidades campesinas. Mientras las instituciones hablan prioritariamente de crear infraestructura, manejar proyectos productivos y / o promover grandes programas de conservación de los recursos naturales, las comunidades hacen grandes esfuerzos para fortalecer su capacidad de gestión del desarrollo con la celebración de asamblea, la organización de grupos de trabajo, la realización de mingas y la formación de líderes. Organizando reuniones entre líderes rurales y dirigentes institucionales para discutir y elaborar políticas más compatibles es una tarea importante del agente de desarrollo. Por desgracia, muchos agricultores creen que el desarrollo de las políticas sólo tiene lugar entre los burócratas, políticos y miembros influyentes de la sociedad. Para modificar este pensamiento, el agente de desarrollo debe primero ayudar a las familias de los agricultores a comprender cómo las políticas equívocas pueden afectar a sus vidas, sus comunidades y su entorno ambiental.
Implementación de PDAP
En esta sección, se presenta algunas estrategias validadas por los programas pasados que los agentes de desarrollo pueden promover para que instituciones locales incrementen el impacto de sus PDAP.
La formación de equipos. Es extremadamente importante que las instituciones locales logren constituir equipos multidisciplinarios de hombres y mujeres apasionados con la causa del desarrollo rural-ambiental. Aquí hay algunos consejos que permitirán formar un equipo capaz y tenaz.
Tener mucho cuidado en la selección del líder del equipo, aplicando criterios de selección como los siguientes: Los buenos líderes son respetuosos, justos, influyentes, delegan autoridad y facilitan las comunicaciones. Los buenos líderes desafían a su equipo para resolver problemas como un equipo, no individualmente. Los buenos líderes de equipo fomentan actitudes positivas, el pensamiento crítico y escuchan a su gente cuando tienen una idea o comentario. Los buenos líderes no abandonan a ningún miembro del equipo, y siempre acentúan los méritos personales e individuales. Los buenos líderes aceptan comentarios constructivos y toman acciones concretas para enmendar desvíos. Finalmente, los buenos líderes alientan y organizan una capacitación continua de todo su equipo.
Construir un equipo compuesto por hombres y mujeres de distintas disciplinas y estratos sociales enriquece la capacidad del equipo para entender la problemática y resolver problemas. Felizmente y gracias a los programas pasados ya existe un amplio número de profesionales, extensionistas y líderes campesinos capacitados en el desarrollo participativo ambiental andino. Como es lógico, la contratación de personas ya formadas mejorará en gran medida las posibilidades de éxito, acortando tiempo en los procesos de desarrollo. Desafortunadamente, esto es a veces difícil de lograr en los Andes. Debido a presiones políticas, reglas administrativas anticuadas, y a restricciones presupuestarias, muchas veces las instituciones locales se ven obligadas a incorporar empleados no apropiados. En cuanto a los PDAP, tales personas deben pasar por un periodo de entrenamiento intensivo antes de ser enviados al campo. Es preferible que los candidatos que no muestran empatía y capacidades para trabajar con hombres y mujeres de las familias de agricultores abandonen el programa por iniciativa propia. Los que no toman esta decisión deben ser retirados, ya que de otra forma pueden hacer más daño que bien al programa.
Selección y preparación de los agentes de desarrollo. Como se ha visto, el trabajo principal de los agentes de desarrollo es ayudar a hombres y mujeres de las familias campesinas de todas las edades, a analizar, diseñar, implementar y evaluar planes de acción ambiental comunitarios y / o familiares. Teniendo en cuenta las enseñanzas indicadas en la Sección III, los buenos agentes de desarrollo no saturan a los agricultores con propuestas tecnológicas de difícil comprensión. Los buenos agentes de desarrollo ayudan a la organización comunitaria y a las familias campesinas a resolver los problemas que se produzcan, mediante la reconsideración de los procesos, proponiendo nuevas o mejoradas alternativas y estrategias de gestión. Para mayor comprensión de sus mensajes, los buenos agentes de desarrollo utilizan folletos, rotafolios, proyectores y videos, respetando las lenguas nativas. También enriquecen sus acciones de capacitación utilizado materiales reales como esquejes, plantas, fertilizantes y herramientas de tradición local como el Nivel A. Toda información presentada al momento de la capacitación debe ser siempre validada en campo antes de su uso masivo. Asimismo, toda acción de capacitación debe hacerse en campo, al fin de afrontar situaciones y problemas reales e inmediatos.
Muchas veces las familias de los agricultores andinos compiten por los recursos naturales. A menudo este proceso produce conflictos. Los buenos agentes de desarrollo ayudan areforzar las capacidades de las comunidades para la resolución de tales conflictos. Esto se logra trayendo los conflictos a la luz, haciéndolos más fáciles de entender, lo que facilita la negociación de los problemas a través de un diálogo constructivo( Flores et al., 1994).
Incorporación de los líderes locales. La reposición de los agentes de desarrollo con líderes locales debe ser una meta de cualquier programa de desarrollo rural. La
Revista de Glaciares y Ecosistemas de Montaña 2( 2017): 51-64
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