El Tarugo( Hippocamelus antisensis, Cervidae): Mitos, Creencias y Prácticas en la Cordillera Blanca del Perú
[ RL ]... el tarugo estaba cargado sobre su espalda. Después de haber llevado al tarugo sobre su espalda, después de haberlo metido en la cueva, se durmió. Ese hombre no masticó su coca. Se durmió completamente. Entonces, el abuelito buscó su vaca. Contó sus vacas.“ Carajo, ayer sonó un disparo‘¡ bran!’ Sonó un disparo. Ese cojudo seguramente se ha llevado [ uno de mis animales ]. ¡ Ahora voy, carajo!”, dijo él. Buscó. ¡ Era, además, su mejor toro! Le llamaban toro al macho.
[ MC ] Al tarugo macho...
[ RL ] Sí.‘ Ese cojudo se ha llevado mi mejor [ toro ]. Ahora, le como los huevos’, dijo [ el abuelito ]. Entonces lo encontró [ al cazador ] durmiendo.‘ Cojudo, has matado mi mejor vaca’, dijo él. [ El cazador ] dormía con el arma colocada al lado de su cabeza y el tarugo estaba tirado sobre el suelo. Diciendo,‘¡ Ya carajo!, Ahora voy a comer’, después de haber arrancado los testículos [ del cazador ], lo cosió tal como había sido. El hombre ni siquiera se dio cuenta. Se despertó de su sueño con las primeras luces del alba. Fue a orinar. No encontró sus testículos.‘¿ Cómo puede ser, carajo? dijo buscando.
[ MC ] ¿ Cómo orinaba?
[ RL ] Estaba sano. Completamente sano y normal. Había sido cosido completamente. ¿ Cómo será, no? Solo podía salir la orina. 4
El encuentro entre el hombre y el ancestro se desarrolla de nuevo en un espacio / tiempo bien definido: en una cueva, durante la noche. Pero no se produce nunca una confrontación directa entre los dos actores: al alba, el abuelito desaparece. Examinemos las causas del furor del abuelito, así como sus consecuencias.
El furor del ancestro procede de dos razones. Por un lado, el hombre, agotado de cansancio, se había dormido sin mascar su coca, por consiguiente sin ofrecer algo( un puñado de hojas de coca y dos o tres cigarrillos) al dueño de la presa en contraparte de su animal. Por otro lado, el cazador había tomado su“ mejor toro”, es decir el reproductor( padrillo o yaya).
Este cérvido reproductor es mencionado frecuentemente en los discursos como un animal de tamaño excepcional, dotado de astas magníficas y testículos voluminosos, signo de su poder fecundador. Posee una fuerza impetuosa, que se manifiesta en particular cuando golpea el suelo con su casco al ver al hombre, advirtiendo acerca del peligro al resto de la manada. Mis informantes afirman que aquel que logra matar al reproductor se atrae la suerte para las cazas futuras. Delfín proponía incluso la idea de que se trata de una suerte de“ premio” que enorgullecía a todo buen cazador, puesto que la bestia tiene la reputación de ser difícil de matar.
En cuanto al castigo del abuelito, es severo. Arranca los testículos del cazador y los come. Como me lo precisó Rigoberto posteriormente,“ las uñas del abuelito eran como una hoja de afeitar. Gracias a ellas, arranca los testículos de un solo golpe.” ¡ Luego cose la herida sin que el hombre se dé cuenta! Castrado, el cazador ya no puede reproducirse.( Notemos de paso que un mito similar me fue contado por varios habitantes del centro poblado de Huaripampa, situado en la provincia de Yungay, distrito de Yanama, en la vertiente oriental de la Cordillera Blanca. El episodio de la castración del cazador permite, según ellos, explicar la significación del topónimo del valle de Ranincuray: rani, en quechua, significa“ pene”; en cuanto a la palabra curay, esta se deriva del español“ curar”, al cual mis informantes dan aquí el sentido de“ castrar”.)
Rigoberto me narró un segundo mito que nos va a permitir precisar aún más las relaciones entre el ancestro y el cazador. La intriga es la siguiente: un cazador había entrado con sus dos perros en una cueva después de haber matado a dos cérvidos. Había mascado su coca antes de dormir. Durante su sueño, el abuelito llegó, loco de cólera, pues el hombre había matado a dos cérvidos con un solo disparo de fusil, y además uno de ellos era el macho reproductor. Sus palabras eran muy virulentas:“ Cojudo de mierda, dijo el abuelito, tú has matado a mi toro … debes pagarme. Vas a andar sin huevos, carajo, dijo él.” Sin embargo, los dos perros impidieron toda la noche que el abuelito se acerque.“ Si este último hubiera logrado entrar en la cueva, insistió Rigoberto, le habría arrancado los testículos al cazador.” El hombre solo se despertó poco antes del alba: midiendo el peligro, se apuró en colocar un puñado de hojas de coca en un rincón de la cueva. El abuelito se apaciguó y, mientras que llegaba el alba, se retiró.
Este mito suscita dos series de observaciones. Primero, se desprende que matar dos tarugos es demasiado. A las dos reglas de buena conducta del cazador( hacer una ofrenda compensatoria y preservar al reproductor), se agrega, pues, una tercera: cazar con moderación. Estos tres principios que se fundan en el respeto de los recursos cinegéticos y sobre su gestión razonable, se encuentran comúnmente en las sociedades tradicionales que practican la caza. 5 Urton( 1985) ha revelado principios similares en la región del Cusco. Tal como la ley del talión, la sanción que cae sobre el cazador irrespetuoso es de la misma naturaleza que su falta: su propia castración es una respuesta a su ataque a la reproducción y a la supervivencia del ganado del abuelito.
En la práctica, no obstante, los campesinos no siempre son moderados. Los alardes de unos y las quejas de otros acerca de las matanzas abusivas de los demás, dan fe de ello. Mis compañeros, rememorándose las cacerías de
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Lo que da a entender que el esperma no salía.
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Cf. Descola( 1986) y Renard-Casevitz( 1979) para las sociedades amazónicas; Revel( 1990-92) para los Palawan de Las Filipinas; o Singleton y Vincke( 1985) para los Sereers de Senegal.
Revista de Glaciares y Ecosistemas de Montaña 2( 2017): 103-114
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