El Tarugo( Hippocamelus antisensis, Cervidae): Mitos, Creencias y Prácticas en la Cordillera Blanca del Perú
En la taxonomía quechua, el término tsuqay( o tsuqirwa) se refiere a Senecio hastatifolius, S. adenophylloides o también a S. rufescens( Asteraceae). Las otras plantas citadas por mi informante son, respectivamente, el hapallan shaakuq( Gentianella thyrsoidea, Gentianaceae) y el contrahierbas( Perezia pinnatifida, Asteraceae). En cuanto a la categoría de los maqay, esta abarca diversas Gentianaceae, tales como Gentianella weberbaueri, G. tristicha, G. nitida y Halenia umbellata. Si mis informantes precisan que el tarugo no come las hierbas( o pasto) como los animales domésticos, un estudio científico efectuado acerca de su alimentación en el Parque Nacional del Huascarán, indica al contrario que durante la temporada de lluvias, las Poaceae representan alrededor del 57 % de su alimentación( Gazzolo y Barrio, 2016).
Así, el estómago, consumido en sopa, a pesar de mucha amargura, se utiliza para curar los trastornos consecutivos al parto( o wawllu). En cuanto a la grasa de nuestro cérvido, frotada sobre el vientre de la parturienta, facilita los partos difíciles. Esto se explica – lo veremos más adelante – por el soplo potente que tiene la reputación de poseer, al punto que, durante un encuentro inopinado con el hombre, dicen que es capaz de tumbarlo tan solo con su soplo. El pensamiento tradicional opera, en efecto, una equivalencia entre el soplo nasal y el soplo uterino; de ahí sus propiedades que permiten expulsar el feto. Finalmente, su asta rallada, tomada con agua, cura del“ susto”, enfermedad atribuida a un fuerte espanto.
Una Caza Altamente Ritualizada
Entre los diferentes tipos de caza que se practican en la Cordillera Blanca, la caza del tarugo es la más valorizada y también la más difícil. Como el tarugo pertenece al abuelito, y que además es su animal más precioso, la caza se encuentra bajo su control y su autorización. Para entender la relación que se instaura entre los cazadores y el“ dueño de la presa”, debemos seguir las diferentes etapas de la caza, desde el momento en que el cazador sube a la hallqa hasta el momento en que la deja. Como lo veremos, la partida y el retorno están marcados por una estadía en una cueva. Notemos que si estas creencias y prácticas estaban bien vigentes a fines de los años 90, actualmente la caza ha disminuido fuertemente, y parece que – al menos en parte – han caído en el olvido.
La Víspera de la Salida de Caza
Los cazadores( mayormente dos o tres personas) suben generalmente a la hallqa la víspera del día previsto para la cacería, y se instalan en una cueva. Apenas cae la noche, se recuestan en torno al fuego, bajo una frazada o un poncho de lana, y se preparan para mascar la coca, a fin de pronosticar los eventos del día siguiente.
Los hombres sacan, cada uno por su lado, un puñado de hojas de su wallki( pequeña bolsa de cuero, llevada en bandolera), y se ponen a masticarlas, añadiendo progresivamente un poco de cal, conservada en una pequeña calabaza( puru). Antes de sacar la cal, agitan vigorosamente la calabaza, describiendo pequeños círculos hacia la derecha. Cuando las hojas están bien salivadas y mascadas, concentran su atención sobre las bolas que han formado: mientras siguen removiendo la lengua, interrogan a la Madre Coca( Kukacha Mamacha), en voz baja, acerca de sus posibilidades de encontrar una presa. Si se desplaza rápidamente hacia la punta de la lengua un tallo grande, será un cérvido; uno menudo, una vizcacha; nada, mala suerte. Después de cada respuesta favorable, una segunda masticación indica el lugar del encuentro con la presa: tallo corto, presa cercana; tallo largo, está lejos.
La masticación de la coca está generalmente acompañada del consumo de cigarrillos( el“ marido” de la coca). La observación de su humo y cenizas permite completar los mensajes entregados por la coca. Condición previa indispensable a toda cacería, este ritual de la chacchada se desarrolla en una atmósfera de intensa concentración y se prolonga a veces hasta muy tarde en la noche. De vez en cuando, los cazadores intercambian sus impresiones y comentan, murmurando, sobre la suerte que les espera. Una vez terminada la sesión, los residuos escupidos de las hojas y las colillas de los cigarrillos son enterrados en un rincón de la cueva, en ofrenda al abuelito. 3
Los comentarios acerca de la cacería proyectada se hacen siempre a medias palabras o en voz baja, por desconfianza al fuego, que está dotado de un poder de comunicación, algunos dicen inclusive de“ palabra”. Como tiene además la reputación de librarse fácilmente a la maledicencia(“ nina riman”), advertiría inmediatamente a los animales de los cerros sobre las palabras dichas por el cazador; ellos trasmitirían la noticia al abuelito, quien seguramente escondería a sus animales.
Los cazadores sondean, pues, sus posibilidades gracias a la coca. Al mismo tiempo, tratan de conciliarse las buenas gracias del abuelito haciéndole una ofrenda; cuidándose muy bien de no revelarle abiertamente sus planes.
Durante la noche, los campesinos también tienen sueños que les permitirán entrar en comunicación con el abuelito. Se trata a veces de conversaciones directas, durante las cuales el ancestro puede explícitamente regalarles uno o dos animales en recompensa por su buena conducta.
Pero los sueños no son siempre favorables al cazador. Así, Leoncio me contó cómo se fue de caza unos cuantos días con uno de sus sobrinos: un joven que pataleaba de impaciencia y estaba ávido de comer carne. Durante la noche, el abuelito apareció en el sueño de Leoncio para explicarle que a él le otorgará la presa, pero no a ese joven tan pretencioso. El abuelito aparece pues aquí como el ancestro benevolente que recompensa a sus hijos meritorios, pero reprime los excesos, indicando dónde se
3
Cf. Walter( 2017) para mayores detalles acerca de la masticación de la coca en la Cordillera Blanca.
Revista de Glaciares y Ecosistemas de Montaña 2( 2017): 103-114
107