La Molesta News Primera edicion 4 Nov 2013 | Page 8

November 4th, 2013 No es de la misma opinión el sociólogo Laurent Mucchielli, especialista en temas de seguridad y delincuencia. Así, en un artículo publicado en el periódico Liberación entre la primera y segunda vuelta de las presidenciales francesas, decía: “En fin, no hay ninguna razón para victimizar a los electores del FN para mejor justificar el cortejarles y pasarles la mano por el lomo. Ese discurso dominante en el espacio político-mediático de los últimos días es insoportable. Los electores del FN no tienen el monopolio del sufrimiento. No es cierto que Marine Le Pen haya obtenido un mejor resultado entre los parados, sino entre los obreros y los artesanos y comerciantes. Y cuando ella saca un 30% entre los obreros, el 70% no le vota. La crisis no justifica que alguien se convierta en racista, como tampoco el hecho de haber sido víctima de un hecho delictivo. Es necesario, por contra, combatir resueltamente este tipo de amalgamas y de pseudo explicaciones. Combatir sin respiro y con la más grande determinación la estrategia de construir chivos expiatorios, que es la de la extrema derecha desde finales del siglo XIX. Antes fue la culpa de los metecos italianos o polacos, hoy es la culpa de los árabes y de los negros. El fondo del discurso nunca ha cambiado” (Laurent Mucchielli, Il faut cesser de victimiser le FN et ses electeurs) En una onda de clara defensa de los principios republicanos, para Nicolás Leourg, “El discurso neo-populista se apoya sobre el doble deseo de libertad y seguridad, pretendiendo solucionar una situación anómica por medio del identitarismo etno-cultural, segmento de la población contra segmento. En sentido contrario, no se trata de preconizar una relación organicista con relación al Otro, de reincorporar al individuo en el seno de solidaridades autoritarias o totalitarias. Para mantener todos juntos un ideal de sociedad abierta y de sociedad política republicana, es necesario reinventar al Otro en tanto que persona, la Historia en tanto que relato común y no como fragmentos concurrentes, de imaginar la sustitución de la guerra de todos contra todos, que es el verdadero estado social actual, por una forma colaborativa donde la secularización de la política deje de ser la reificación de la persona. Se trata de escoger la libertad, es decir la persona contra el “laisser aller, laisse-faire” de los mercados; la igualdad, es decir la ley y la persona más que el contrato y las comunidades; la fraternidad, es decir la ética de la responsabilidad contra la arrogancia del materialismo individualista” (Nicolás Lebourg, La société désintitutionnalisée et la demande sociale autoritaire) Para Sylvain Crépon, “Aunque no tengamos ninguna duda sobre el hech