La Metodología en la Mariología 11
una fuente derivada y conceptual, que son las fórmulas reveladas; otra fuente primordial y real, que es la misma Divinidad. [...]. Correlativamente a estas dos fuentes deben existir y existen dos vías diferentes de percibir, juzgar y desarrollar el dogma. La primera es la vía de los enunciados o fórmulas reveladas, comparándolas entre sí o con los enunciados de la razón, que es en lo que consiste la vía de raciocinio. La segunda es la vía de la Divinidad misma, con la cual entramos en contacto inmediato por los hábitos de la fe, de la gracia, de las virtudes y dones, que constituye la vía afectiva. [...]. De estas dos vías, la primera es la vía de la razón; la segunda, es la vía del corazón. La primera es la vía de la lógica; la segunda es la vía experimental o, como hoy suele decirse, la vía vital. La primera es la vía de la Teología especulativa, de la Ciencia de los sabios; la segunda es la vía de la Teología mística, o de la Ciencia de los Santos: " Hay, pues, dos fuentes del dogma y del desarrollo dogmático: una fuente derivada y conceptual, que son las fórmulas reveladas; otra fuente primordial y real, que es la misma Divinidad. [...]. Según el P. Marín-Sola, ni la Inmaculada, ni la perpetua virginidad de María, ni la exención de toda culpa actual hubieran sido propuestas como dogmas de no haber mediado ese sentido de la fe y la experiencia de los santos, y concluye:“ Los dogmas todos referentes a María tienen por fuente su digna maternidad divina, y los requisitos o postulados de la“ digna maternidad” se perciben mejor con el amante y vivo corazón del hijo que 7 con la fría y seca razón lógica del sabio”.
La metodología que Marín-Sola llamaba afectiva y mística ha recibido una confirmación notable, merced a los estudios realizados estos últimos años sobre el constitutivo de la Teología Espiritual. En efecto, los investigadores de dicha teología llegan a unas conclusiones que-por un camino diferente- proyectan una gran luz sobre el tema de una teología, distinta de la científico-
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F. MARÍN SOLA La evolución homogénea del Dogma Católico, p. 405.