LA LADRONA DE LIBROS La ladrona de libros | Page 94

Markus Zusak La ladrona de libros —Gracias —le dijo, a la boca antes de llegar a la altura de los ojos de Liesel. Otra bocanada de aliento. Revivieron travesuras en el patio de colegio, y una pelea en el patio de colegio—. Y... Lo siento... Por... Ya sabes. Liesel volvió a oírlo: Kommunisten. Sin embargo, decidió atender a Ludwig Schmeikl. —Yo también. Ambos se concentraron en respirar; ya no había nada más que decir o hacer. Habían resuelto sus asuntos. La mancha de sangre se extendió por el tobillo de Ludwig Schmeikl. Una sola palabra retumbaba en la mente de la niña. A su izquierda, las llamas y los libros calcinados, aclamados como si fueran héroes. 94