LA LADRONA DE LIBROS La ladrona de libros | Page 75
Markus Zusak
La ladrona de libros
Mamá se limitó a dedicarle una de sus inconfundibles miradas asesinas,
seguida por una ración de su vocabulario habitual.
—Saukerl.
Liesel intercambió el guiño de costumbre con su padre y terminó de comer
la sopa. Como siempre, uno de los libros descansaba a su lado. No podía negar
que la respuesta a su pregunta había sido más que satisfactoria. No había
mucha gente que pudiera decir que el tabaco pagaba su educación.
Su madre, en cambio, afirmó que si Hans Hubermann tuviera dos dedos de
frente habría cambiado el tabaco por el vestido nuevo que ella tanto necesitaba
o por unos zapatos decentes.
—Pero, no... —Escupió las palabras en el fregadero—. Si se trata de mí,
antes te fumas la ración entera, ¿verdad? La tuya y la de la puerta de al lado.
Sin embargo, unas noches después, Hans Hubermann llegó a casa con una
caja de huevos.
—Lo siento, mamá. —Los dejó en la mesa—. Se les habían acabado los
zapatos.
Rosa no protestó. Incluso canturreó entre dientes mientras cocía los huevos
hasta casi carbonizarlos. Por lo visto los cigarrillos tenían algo bueno. Fue una
época feliz en casa de los Hubermann.
Acabó unas semanas después.
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