LA LADRONA DE LIBROS La ladrona de libros | Page 30

Markus Zusak La ladrona de libros mano, bien apelmazadas, para lanzarlas al otro lado de la mesa—, a ese Saukerl, ese cerdo asqueroso, lo llamarás papá, verstehst? ¿Entendido? —Sí —asintió Liesel sin demora. En esa casa apreciaban las respuestas rápidas. —Sí, mamá —la corrigió mamá—. Saumensch. Llámame mamá cuando me hables. En ese momento Hans Hubermann acababa de liarse un cigarrillo, después de haber humedecido el papel y haberlo pegado. Miró a Liesel y le guiñó un ojo. No le sería difícil llamarlo papá. 30