LA LADRONA DE LIBROS La ladrona de libros | Page 252
Markus Zusak
La ladrona de libros
El muñeco de nieve
Para Liesel Meminger, los primeros meses de 1942 podrían resumirse del
siguiente modo:
Cumplió trece años. Seguía siendo plana. Todavía no era mujer. El joven
del sótano estaba en la cama.
P y R
¿Cómo acabó Max Vandenburg en la cama de Liesel?
Se cayó.
Había opiniones para todos los gustos, pero Rosa Hubermann sostenía que
la semilla se había plantado la Navidad pasada.
El 24 de diciembre fue un día de hambre y frío, pero al menos tuvo una
ventaja importante: no hubo visitas prolongadas. Hans hijo estaba matando
rusos y al mismo tiempo mantenía su huelga familiar. Trudy sólo pudo pasarse
unas horas el fin de semana anterior a Navidad. Se iba fuera con la familia para
la que trabajaba. Vacaciones para una Alemania muy diferente.
Liesel le bajó un regalo a Max en Nochebuena: dos puñados de nieve.
«Cierra los ojos y abre las manos», le dijo. En cuanto sintió la nieve, Max se
estremeció y se echó a reír, pero no abrió los ojos, sino que probó un pedacito.
Dejó que se fundiera en sus labios.
—¿Es el parte meteorológico del día?
Liesel se quedó a su lado.
Le tocó un brazo con suavidad.
Max volvió a llevarse la nieve a la boca.
—Gracias, Liesel.
Fue el principio de la mejor Navidad de todos los tiempos. Poco de comer.
Nada de regalos. Pero había un muñeco de nieve en el sótano.
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