LA LADRONA DE LIBROS La ladrona de libros | Page 245

Markus Zusak La ladrona de libros Vestía el uniforme con orgullo y dejaba atrás Himmelstrasse seguido de su leal súbdito, Tommy, pero en vez de presentarse en las Juventudes Hitlerianas, salían de la ciudad y seguían el curso del Amper, donde hacían rebotar piedras sobre la superficie o arrojaban enormes pedruscos al agua. En general, hacían de las suyas. Manchaba el uniforme lo suficiente para tener engañada a su madre, al menos hasta que llegó la primera carta, momento en que oyó la temida llamada desde la cocina. Al principio sus padres lo amenazaron. Siguió sin ir. Le suplicaron que fuera. Se negó. Al final, la oportunidad de unirse a una división distinta hizo virar a Rudy en la dirección correcta. Por fortuna, porque si el joven no volvía a dejarse ver pronto, a los Steiner les iba a caer una multa por su ausencia. Su hermano mayor, Kurt, consultó si Rudy podría apuntarse a la división aérea, especializada en enseñanzas de vuelo. Se pasaban casi todo el tiempo construyendo maquetas de aviones y no había ningún Franz Deutscher a la vista. Rudy aceptó y Tommy también se apuntó. Fue la primera vez en su vida que su estúpido comportamiento le reportaba un resultado beneficioso. En la nueva división, siempre que le hacían la famosa pregunta sobre el Führer, Rudy sonreía y respondía: «Veinte de abril de mil ochocientos ochenta y nueve», y a continuación le susurraba a Tommy una fecha distinta, como la del nacimiento de Beethoven, Mozart o Strauss. En el colegio estaban estudiando los compositores, algo en lo que Rudy destacaba a pesar de su manifiesta estupidez. 245