LA LADRONA DE LIBROS La ladrona de libros | Page 166

Markus Zusak La ladrona de libros No lo hizo, sino que se agachó y la miró a los ojos para dejar escapar las palabras más suaves que le había dirigido hasta el momento: Verstehst du mich? ¿Me entiendes? La niña asintió con la cabeza. Lloraba y, ahora sí, desarmada y deshecha, su padre la abrazó en el ambiente teñido de pintura y luz de queroseno. —Lo entiendo, papá, de verdad. El cuerpo de su padre amortiguó su voz. Permanecieron abrazados un buen rato, Liesel con la respiración entrecortada y su padre acariciándole la espalda. Cuando subieron, encontraron a Rosa sentada en la cocina, sola y pensativa. Se levantó al verlos y le hizo un gesto a Liesel para que se acercara, reparando en las lágrimas secas que le veteaban la cara. Atrajo a la niña hacia sí y la envolvió en un rudo abrazo típico de ella. —Alles gut, Saumensch? No necesitaba una respuesta. Todo iba bien. Pero era terrible. 166