LA LADRONA DE LIBROS La ladrona de libros | Page 129

Markus Zusak La ladrona de libros El luchador, continuación Avancemos ahora hasta una fría lucha nocturna. La ladrona de libros nos alcanzará más adelante. Era 3 de noviembre y el suelo del tren se agarraba a sus pies. Delante tenía el ejemplar del Mein Kampf que estaba leyendo. Su salvación. El sudor manaba de sus manos. Sus huellas dactilares se aferraban al libro.  PRODUCCIONES  LA LADRONA DE LIBROS PRESENTA OFICIALMENTE Mein Kampf (Mi lucha), de Adolf Hitler A espaldas de Max Vandenburg, la ciudad de Stuttgart se abría de brazos a modo de burla. Allí no era bienvenido. Intentó no mirar atrás mientras el pan duro se descomponía en su estómago. Se volvió una pocas veces para ver cómo las luces se difuminaban y acababan desapareciendo. «Levanta ese ánimo —se dijo—. No puedes parecer asustado. Lee el libro. Sonríe. Es un gran libro, el mejor libro que hayas leído jamás. Ignora a la mujer de enfrente. De todos modos, está dormida. Vamos, Max, sólo quedan unas horas.» Al final, la siguiente visita que le habían prometido en la oscura habitación no tardó unos días en hacerse realidad, sino semana y media. Luego, otra semana más hasta la siguiente, y una semana después ya había perdido el sentido del tiempo, del transcurso de los días y las horas. Volvieron a trasladarlo a un nuevo lugar, a otro pequeño almacén pero con más luz, más visitas y más comida. Sin embargo, se le acababa el tiempo. 129