LA LADRONA DE LIBROS La ladrona de libros | Page 117
Markus Zusak
La ladrona de libros
Los elementos del verano
Ahí lo tienes.
Ahora ya eres consciente de lo que se avecinaba a finales de 1940 en
Himmelstrasse.
Yo lo sé.
Tú lo sabes.
Sin embargo, no podríamos colocar a Liesel Meminger en la misma
categoría.
El verano de ese año fue tranquilo para la ladrona de libros, un verano
formado por cuatro elementos básicos, sobre los que a veces se preguntaba cuál
tuvo mayor peso.
Y LOS CANDIDATOS SON...
1. Avanzar diariamente en la lectura de El hombre que se
encogía de hombros.
2. Leer tumbada en el suelo de la biblioteca del alcalde.
3. Jugar al fútbol en Himmelstrasse.
4. Aprovechar una nueva oportunidad de hurto.
Liesel creía que El hombre que se encogía de hombros era excelente. Noche tras
noche, en cuanto se serenaba después de la pesadilla, se alegraba de estar
despierta para poder leer.
—¿Unas cuantas páginas? —preguntaba su padre, y Liesel asentía con la
cabeza.
A veces acababan el capítulo la tarde del día siguiente, en el sótano.
El problema que las autoridades tenían con el libro era obvio. El
protagonista era un judío al que se presentaba de manera positiva.
Imperdonable. Hablaba de un hombre rico cansado de ver pasar la vida ante
sus ojos, que para él era como encogerse de hombros ante los problemas y los
placeres de la vida.
117