LA LADRONA DE LIBROS La ladrona de libros | Page 109

Markus Zusak La ladrona de libros —No tenemos todo el día —volvió a protestar la voz de Rudy, a lo lejos—. ¿A qué narices esperas? —¿Por qué no cierras la bocaza, Steiner? —espetó en voz baja, con ganas de gritarle. —¿Qué? —Que te calles, estúpido Saukerl... Dicho lo cual, se volvió hacia la puerta, levantó la aldaba de latón y llamó tres veces lentamente. Unos pies se arrastraron del otro lado. Al principio no miró a la mujer, se concentró en la bolsa de la colada que llevaba en la mano y no apartó la vista del cordón que cerraba el saco cuando se lo pasó. Le dio el dinero y luego, nada. La mujer del alcalde, que nunca hablaba, se quedó de pie, vestida con su albornoz y el cabello suave y sedoso recogido en la nuca. Una ráfaga espiraba de la casa, el aliento imaginario de un cadáver. Continuaron en silencio hasta que Liesel encontró el valor para mirarla a la cara, pero en su expresión no halló reproche, sino un extrañamiento absoluto. La mujer miró al chico un instante, asintió con la cabeza y volvió al interior cerrando la puerta. Liesel se quedó plantada frente al erguido panel de madera un buen rato. —¡Eh, Saumensch! —Nada—. ¡Liesel! Liesel se volvió. Con cautela. Empezó a retroceder, dándole vueltas a la cabeza. Tal vez la mujer no la había visto robar el libro. Estaba oscureciendo cuando ocurrió. Quizá fue una de esas ocasiones en que uno cree que una persona lo está mirando cuando, en realidad, está tan tranquila entretenida en otra cosa o ensimismada sin más. Fuera como fuese, Liesel decidió dejarlo correr. Se había librado y con eso tenía más que suficiente. Se volvió y bajó los escalones como siempre, saltando los últimos tres. —¡Vamos, Saukerl! Incluso se permitió reír. La paranoia a los once años es poderosa. El alivio a los once años es pura euforia.  UN PEQUEÑO DETALLE  PARA APLACAR LA EUFORIA No se había librado de nada. La mujer del alcalde la había visto. Simplemente estaba esperando el momento adecuado. Pasaron varias semanas. Partido en Himmelstrasse. 109