LA HISTORIA DE MANÚ 02-Del_Rio_Ana_Maria_-_La_Historia_De_Manu | Page 8
20
soñar con la ola gigante que subía la mon
taña. Despertó sobresaltada. Era muy tarde. Su
mamá estaría preocupada. Se sentó muy cerca
de su amigo.
—Kunturo —dijo—, te voy a pedir un favor
muy grande. Necesito que me bajes todos los
días a la escuela de la ciudad. Pero que nadie
nos vea, ¿entiendes? Debo ir a
la escuela. Quiero aprender a
leer —le explicó—. Pero
también debo ir porque tuve un
sueño de que algo terrible
pasaba en esa escuela y yo lo
evitaba. Vendré aquí todas las mañanas y tú me
llevarás a la ciudad, me esperarás en el cerro
Dragón y luego me subirás hasta mi casa.
¿Quieres hacerme este gran favor?
Kunturo la miró de perfil con su ojo
inmenso. Manú le acarició. Kunturo movió la
cabeza como diciendo sí.
—¡Gracias! —dijo Manú sonriendo—.
Sabía que podría contar contigo. Ahora
tenemos que ensayar el vuelo. No
21
me vayas a dejar caer, Kunturo. ¡Vamos! —
dijo, espoleando el costado del cóndor con las
rodillas—. ¡Vuela!
Kunturo comprendió. Agitó las in
mensas alas que desplegadas eran más grandes.
Y entonces, con cuidado, desplegó un vuelo
silencioso y rasante, remontándose y bajando
suavemente ai gran bofedai. Manú iba sentada
sobre él. Sintió el aire frío pasar por su costado.
Y las plumas pequeñas del cuello del cóndor
junto a su cara. Estaba volando por el cielo. Era
maravilloso. Manú juntó las llamas y las arreó
en fila hasta su casa. Ya sabía cómo iría todos
los días a la escuela de la ciudad, sin que nadie
se diera cuenta. Había solucionado su problema.
Estaba contenta. «Kunturo me ha hecho el
mejor regalo de cumpleaños que he tenido
nunca», pensó, y corrió hasta su casa. Entró
feliz y le dio un beso a su mamá. La mamá se
quedó mirándola.
—Por suerte, los caprichos de Manú
duran poco —se dijo—. Ya se le debe haber
olvidado esa locura de ir al colegio en la
ciudad.