LA HISTORIA DE MANÚ 02-Del_Rio_Ana_Maria_-_La_Historia_De_Manu | Page 7
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de hierbas que la adormeció y trató de sa
carle el proyectil del pecho. Pero no le fue
posible. A cada intento que hacía de abrir la
herida ésta se cerraba más v más. El cóndor
estaba muy débil y escondía la cabeza entre
sus alas. El papá de Manú comprendió que
iba a morir y se puso muy triste. Entonces
fue cuando Manú y su padre oyeron el
sonido. Era un graznido muy divertido, como
el de un gallo afónico que gritaba desde
debajo del cóndor hembra moribundo.
—¡Hay que sacarle la cría! —gritó el
papá de Manú, y corrió con su hija en brazos
a buscar ayuda ai pueblo.
Sólo entre cuatro hombres pudieron
mover al cóndor, que ya había muerto.
Cuando el
polluelo de cóndor
apareció de debajo de
su madre con restos de
huevo en su cabeza,
lanzó un grito
tremendo que los hizo
reír a todos. ¡Tenia
mucha hambre! ¿Es
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que todas esas personas que lo miraban no
iban a darle nunca de comer? Manú trajo
entonces las sobras de un asado que hubo el
día anterior en su casa. El polluelo las comió
mirándola fijamente y devorando todo con su
gran boca. Desde entonces, Manú y él fueron
amigos inseparables. Manú le puso Kunturo.
Cóndor pequeño. Siempre que iba a
pastorear, ella subía al nido de Kunturo y se
subía sobre él mientras Kunturo agitaba sus
alas que iban creciendo cada vez más. Y
cuando ese verano Manú subió a la montaña,
encontró ya a un cóndor adulto, gigantesco,
que la miraba como preguntándole:
—¿Qué me trajiste?
—No te traje nada hoy —dijo Manú,
subiéndose arriba de él y acariciándole la
cabeza. Pensó que si su papá la hubiera visto
subida sobre el cóndor, en el nido, le hubiera
dado mucho susto. Pero era el lugar donde
Manú se sentía más segura. Y dueña del
mundo. Desde el nido de Kunturo se veían
las nubes y más allá. Manú entrecerró los
ojos y se durmió. Y volvió a