LA HISTORIA DE MANÚ 02-Del_Rio_Ana_Maria_-_La_Historia_De_Manu | Page 5
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—¡Basta, Manú, no insistas! —
dijo el papá, con voz fuerte—. ¡No
puedes ir! Eres muy pequeña todavía. Y
en cuanto a hacer remedios, el que más
sabe de remedias aquí, soy yo, tu padre.
Para eso no necesitas abandonarnos —y
salió dando un portazo. Estaba enojado.
—No soy pequeña —murmuró
Manú con lágrimas en los ojos.
La mamá la tomó en sus brazos.
—Después podrás ir a la escuela
—dijo— o tal vez, tu papá traerá la escuela
al pueblo, tal como ha hecho con la luz
eléctrica. ¿Me ayudas a hacer la comida?
Pero Manú no pudo ayudar a su
mamá ese día. Andaba distraída y se le ol
vidaban las cosas. Al final, la mamá le dijo
que llevara a pastar a las doce llamas a los
bofedales de más arriba, pero que las tra
jera temprano de vuelta.
—Está haciendo frío, hijita—dijo
—, No te distraigas por ahí, mira que el
viento es muy fuerte ahí arriba.
—Sí, mamá —dijo Manú.
Fue al establo y llamó por su nombre
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a las doce llamas: Warki, Pelu, Sapsa, Coxsa,
Pacbi, Pocha, Coila, Mani, Tinti, Sansi,
Olu y Wiksa. Vinieron saltando y le pasa
ban su suave cabeza parda por el pelo, Ma
nú las abrazó a todas y partió con ellas y
con. su cayado hacia ios herédales. Se acer
caba el invierno en el altiplano. Manú Iba
muy triste. Había tomado una decisión y
sabía que la cumpliría con o sin permiso
de sus padres. Algo íe decía que era impor
tante, muy importante ir a la escuela de la
ciudad. Llegó al bofedal y se sentó en una
piedra. Se tendió al sol del mediodía y se
quedó dormida. De nuevo vio en sueños la
ola que subía por la montaña. Cuando
despertó, Manú ya tenía su decisión to
mada. Pero para cumplirla, necesitaba de
ayuda. Entonces se acordó de su gran ami
go, Kunturo. Todos los niños del pueblo
envidiaban a Manú por tener ese amigo.