LA HISTORIA DE MANÚ 02-Del_Rio_Ana_Maria_-_La_Historia_De_Manu | Page 4
13
El papá de Maná se quedó muy si
lencioso. Todos los años él pedía al alcalde
una escuela para el pueblo. Y, año a año,
le contestaban que no había suficientes
alumnos para poner una escuela. Los niños
que se iban a la escuela de la ciudad, no
volvían. Preferían quedarse en la ciudad con
sus parientes o vecinos. El pueblo cada vez
tenía menos gente. Al final, no quedaría
nadie y el pueblo moriría. Así había pasado
con otros pueblos, pensó
el señor Mamani. Era muy triste, pero ésa era
la verdad.
—Si te esperas unos años, yo te
traeré una escuela, Manú —dijo su papá—.
Te lo prometo. Pero no puedes irte a estudiar
a la ciudad. Eres muy pequeña todavía.
—No soy muy pequeña —dijo Manú
mirándolos con sus ojos brillantes—. Tengo
que ir a la escuela ahora. No dentro de dos
años. Es importante. Quiero aprender a leer y
a hacer remedios para sanar a las personas.
No puedo esperar.
—¡Basta, Manú! —dijo el papá
enojado—. ¡Se acabó la discusión! Primero
debes aprender a hilar y a teñir la lana. Como
lo hacen todas las niñitas de tu edad. Cuando
sepas eso, yo te traeré una escuela aquí, a
Chipana.
A Manú se le iluminaron los ojos.
—¡Pero papá, yo ya sé hilar y teñir
la lana! —exclamó.
Eso era cierto. Había aprendido a hilar y a
teñir con la señora Olaya, la tejedora más
famosa del pueblo.