escritura y producción artística que recuperan testimonios o proponen narrativas propias no solo permiten conocer hechos del pasado, sino también construir posicionamientos éticos frente a ellos.
El trabajo con acontecimientos recientes también interpela la forma en que se construye la historia escolar. Como advierte Hobsbawm( 2002),“ lo que legitima y explica el presente ya no es el pasado concebido como conjunto de puntos de referencia o como el período de tiempo en que algo tiene lugar, sino el pasado considerado como proceso de conversión en el presente”. Esta perspectiva permite pensar que, frente al riesgo de que la enseñanza histórica se reduzca a una cronología vacía o a un conjunto de efemérides desvinculadas de la experiencia, el uso de relatos en primera persona, materiales artísticos o ejercicios de escritura creativa puede restituir al conocimiento histórico su dimensión humana, política y sensible.
En línea con estas perspectivas, resulta clave pensar el lugar que ocupa la subjetividad en las prácticas de memoria escolar. Tal como señala Jelin( 2012), la memoria colectiva no opera como simple acumulación de recuerdos compartidos, sino como proceso activo en el que los sujetos reelaboran su vínculo con el pasado desde su experiencia actual. Así, el trabajo pedagógico con efemérides, relatos, imágenes y escrituras puede habilitar procesos de apropiación subjetiva del pasado, donde las y los estudiantes no solo conocen hechos históricos, sino que los habitan, los interrogan y los resignifican desde su presente.
Además, la escritura cobra sentido pleno cuando se la piensa como parte de una comunidad de lectores y escritores. Como plantea Lerner( 2001):“ lo necesario es hacer de la escuela un ámbito donde lectura y escritura sean prácticas vivas y vitales, donde leer y escribir sean instrumentos poderosos que permitan repensar el mundo y reorganizar el propio pensamiento”( p. 26). En este sentido, las actividades de redacción de narrativas, cartas de Malvinas o consignas gráficas relacionadas con efemérides no solo permiten reconstruir hechos históricos, sino que habilitan a les estudiantes a posicionar sus propias voces, identidades y reflexiones frente al pasado.
Desde este marco, la experiencia didáctica que se comparte a continuación se propone como un intento por habitar la escuela como un espacio de memoria viva, donde el pasado reciente no solo se aprende, sino que se interpela, se escribe y se pone en relación con el presente que habitamos.
CARTAS, RELATOS Y CANCIONES: TRES FORMAS DE ESCRIBIR LA HISTORIA
La propuesta se organizó a partir de tres efemérides escolares que conmemoran acontecimientos en los que las juventudes tuvieron un papel central: la Noche de los Lápices, la masacre de Cromañón y la Guerra de Malvinas. El trabajo interdisciplinario entre Historia y Salud y Adolescencia permitió conectar estos hechos con la reflexión sobre el presente, habilitando un espacio para la palabra, la escritura y la expresión artística.