Aprendí que puedo dudar delante de mis estudiantes , y que eso tampoco es grave . Y hasta puedo cambiar de opinión y contradecirme , siempre que piense con elles .
Aprendí a tomar decisiones difíciles en tiempo record .
Aprendí a tomar las decisiones con les estudiantes .
Aprendí otro modo de acompañar , que no es siempre desde dentro del aula , ni con un niñe al lado , que puede ser también desde la puerta , conversando sobre la clase , intercambiando lo que les estudiantes pudieron ver , con lo que vi yo . O simplemente leyendo sus relatos y respondiendo , aportando mis miradas .
Confirmé que esto que me interesa desde hace un tiempo , acerca de las narrativas docentes , es una práctica valiosa , que nos hace tomar conciencia de lo que sabemos hacer y de lo que aprendemos .
Confirmé la ley suprema de la pedagogía : si un maestre enseña , un niñe aprende .
Confirmé que nos va a costar mucho superar los daños de esta pandemia , pero que no lo podemos hacer de a une , es con todos y todas .
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Todas esas certezas las pude construir porque a lo largo de toda la residencia tuve con quién pensar . Detrás de cada profesora hay coordinadoras que escuchan y acompañan , hay una regencia , pero también hay un equipo de compañeras que hacen la misma tarea , se hacen las mismas y otras preguntas , y la búsqueda de respuestas nunca es en solitario .
Mis compañeras profesoras de Diseño merecen un capítulo de este relato . Ellas son Sabrina Silberstein y Julieta Jakubowics 1 , con quienes venimos trabajando hace años , en contextos de “ normalidad ”. Tenemos una especie de “ sala de profesores ” en Whatsapp , que es un refugio en estos nuevos modos de comunicarnos . “ Mandame un audio , decime qué pasa , pienso y hablamos las dos , las tres ”. El equipo de profesores acompañó cada una de las decisiones difíciles . En algún encuentro de cierre , Sabrina Silberstein , profesora de prácticas del lenguaje , habló de amores profesionales , amores de la enseñanza . Pusieron conmigo mucho pensamiento , mucho criterio , a la cercana distancia . No podían ir a la escuela , no podían , como pude yo , escuchar a les estudiantes sin micrófonos , no podían ver a les niñes , descubrir detalles , verles las manos , saber que algunes van a la escuela en bici , conocer a la gente de la escuela , que nos recibía tan bien cada tarde … Pero sin ellas , sin su mirada , su escucha y su pensamiento , todo hubiera sido más difícil , y seguramente menos significativo .
1 Mi nueva compañera , aquella que me generaba expectativa al inicio por no conocerla , también resultó un sostén y apoyo enorme en este recorrido . Va para Jazmin del Cueto un enorme agradecimiento .