“ Yo ya no sé realmente qué pensar . Siempre tuve buenas notas , nunca una dificultad y esto … Nunca nada de lo que hago está bien , siempre revisar y revisar , que una coma de más o que mejor un cuadro apaisado , que por qué usé este texto y no el otro . Ya vamos por la tercera (¡¡ tercera !!) versión de la planificación o como se llame y me siento personalmente atacada . Diría agobiada , pareciera que tienen algo contra mí las docentes , no sé qué esperan , no entiendo bien qué implica que sea “ exhaustiva ” y realmente , si tengo que volver a escribir otra versión más , voy a considerar dejar la carrera ”.
A la tercera corrección creíamos que se venía el fin del mundo y que habíamos llegado al límite de nuestras posibilidades , sin saber que estábamos a las puertas de iniciar una nueva relación idílica . Una vez rompimos el récord con una planificación de 16 versiones .
Cierto es que ese momento inicial de ruptura hasta tiene sonido , el crack de la confianza y la autoestima en manos de las sucesivas correcciones . Pasa un tiempo -no muy largo , en realidad- hasta que entendemos que no hay alevosía o ensañamiento con lxs estudiantes por parte de lxs docentes , sino que su trabajo consiste en enseñarnos a modelar , afinando una y otra vez la masa macro , contemplando todos los detalles posibles en la tarea de domar a esa nueva criatura . Y al final , resulta bien . Porque ese ida y vuelta que uno al principio no entiende e interpreta como una exigencia desmedida , que parece que va a limar toda autoestima acumulada durante tus años de estudiante , en algún momento te permite volver sobre vos misma con la suficiente confianza como para pararte en el aula . Probablemente , si ese detalle y yo superamos las 16 revisiones , es porque debo estar habilitada para pasar al aula .