Tal vez la primera certeza fue , justamente , que el amor estaba ahí : sostener los vínculos , hablar por quienes se callaron , mover y agitar para seguir siendo una institución formadora de docentes , a pesar de lo que parecía inexorable . Mantener el estudio como apuesta a la vida y a un mundo mejor para todas , todos , todes .
Entonces , es verdad : no escogimos , pero acá estamos .
Nos quisieron enterrar , pero no sabían que éramos semilla .
Y fue así como empezamos a celebrar los 110 años repensando y convirtiendo nuestros modos de formar y formarnos para ser docentes , hasta que pase el temblor . Nos dimos ánimos y nos animamos .
Tuvimos incertidumbres -las seguimos teniendo- y no las disfrutamos . Tampoco naturalizamos esta realidad , ni nos dejamos llevar por la impotencia .
Lo que ya era complejo y difícil como efecto de la pandemia , se agravó en nuestra institución por la falta de Rectorado . Y ahora , también de Consejo Directivo . ¿ Cómo preservar los mecanismos democráticos de debate y decisión si no se facilitan alternativas que los garanticen ? ¿ Cómo no escuchar y aceptar propuestas pensadas desde las comunidades de los normales ?
Ante ciertas puertas cerradas , intentamos mantener ojos y oídos atentos , palabras que fueron y vinieron . Pensamiento compartido . Manos abiertas .
Buscamos tender lazos , dejar huellas que aniden futuras semillas y otras manos que , a su vez , sostengan . Y siempre , siempre , enseñando y aprendiendo . A esto no renunciamos . Por esto seguiremos luchando y celebrando .