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Intenten
Acompañarlos, ayudarlos a interpretar el mundo que le dejamos.
Responder sus preguntas
Abrazarlos cuando tengan miedo o angustia
Documentar cómo aprenden, cómo juegan, cómo resuelven
Reconocer sus emociones
No se conviertan en maestras prejuiciosas, no les tengan miedo, no los cataloguen, no repitan una y otra vez que los niños no saben jugar y compartir; que son revoltosos caprichosos , hiperquinéticos, callados, pobres.
Al igual que Norma, traten de preguntarse qué sociedad estamos ofreciendo y recuerden que los pibes son consecuencia de esta sociedad y no sólo de sus familias. El problema no se resuelve bajando la pena de imputabilidad, encarcelando a los niños en edades tempranas.
Como sociedad y ustedes como educadoras tendremos que reiventar, crear y construir modos de cuidar y albergarlos. Como decía Alberto Morlachetti, el creador de Pelota de Trapo, detrás de cada pibe pobre hay una familia desocupada. Los pibes no son peligrosos: están en peligro.