La gran SIETE Año 2 N° 2 | Page 85

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Por Pedro Maestri

para dejar ese registro, a la palabra y a los gestos se le sumó la imagen, una fotografía que intentara hacer más duradero el recuerdo.

Me quedé hablando con Aye la profesora de taller, mientras el resto del grupo se retiraba, caminamos a tomar el colectivo, nos encontramos con Martín, un ex estudiante del 7 que hoy es docente en la Escuela 5 donde realizamos las prácticas y con quien veníamos compartiendo bastantes viajes y muchas charlas, hablando de la docencia en la escuela pública y como estaba realizando ese tránsito. En ese momento se suma a la conversación un chico que estaba en la parada, saluda muy efusivamente a Martín, él me comenta que es un ex alumno de la escuela y que hoy se encuentra en el secundario, juntos recordaron escenas, vivencias, compañeros, experiencias y se despidieron.

Uno deja el cuerpo, la cabeza y el tiempo en esta profesión, sin dudarlo. Al repensar estas escenas siento que uno deja también huellas en los distintos caminos de los alumnos, huellas que no son efímeras: el tiempo, los recuerdos, la cantidad de energía implicada en todo el proceso educativo son cuestiones que no se degradan, y que a cada uno lo interpelan de distintas formas, pero de lo que estoy seguro es que muchos de esos pibes nos dejan mucho más en estos recorridos.

Los recuerdos, los dolores de cabeza, los enojos, los momentos felices nos forman y nos reforman todo el tiempo; el tránsito por las escuelas es una parte de la formación que cada uno disfrutará más o menos, en donde se alinearán o no los planetas para que ese tránsito sea de una forma u otra, pero siempre vale la pena transitar la escuela, disfrutar ese ida y vuelta en donde todos dejamos y recibimos, esa construcción es con el otro o si no, no lo es.

Acuerparse....y que los efectos se nos queden en la piel, en los ojos, en el corazón y en las ganas de acuerpar a otros. Siempre parece poco. Siempre vale la pena”.