La gran SIETE Año 2 N° 2 | Page 69

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Por Marina Rubinstein y Alejandra Martinetto

En el momento de cursar Taller 3, primer espacio de las prácticas en la que se hacen cargo de la enseñanza, lxs estudiantes expresaban lo paralizante que les resultaba tener que coordinar un grupo de alumnxs en la multiplicidad de situaciones que se generan en la escuela. Se trata de una práctica que los estudiantes deben construir por sí mismos a partir de experiencias concretas. Por otra parte, aun cuando en el diseño del PEP el juego no está incluido como un concepto curricular, reconocemos la importancia que tiene como derecho de la infancia y como actividad de mediación en los vínculos sociales, al tiempo que advertimos la vacancia de este contenido en la formación docente para la escuela primaria. Lxs estudiantes subrayaban esa ausencia y reclamaban su inserción en el plan de estudios del PEP.

Las iniciativas de las juegotecas del PEI y del PEP se establecieron entonces, como espacios de práctica sumamente potentes para que lxs estudiantes comiencen a entablar un vínculo con lxs niños y niñas sobre la base de un dispositivo de juego; planifiquen, implementen y evalúen una propuesta educativa y reconozcan al juego como un derecho que pone en valor su importancia en la vida de lxs sujetos, no solo en el nivel inicial.

El dispositivo incluye una hora de juego semanal con alumnos del primer ciclo de la escuela primaria, para la cual lxs estudiantes, en pequeños grupos, observan, planifican e implementan su secuencia lúdica. La experiencia se evalúa, pero la calificación se plantea en relación con la posibilidad de reflexión sobre la propia práctica y no en función de la habilidad de lxs estudiantes como coordinadores de grupo. Tampoco se aborda un contenido de carácter disciplinar, sino el juego como un fin en sí mismo.

LA JUEGOTECA DE PRIMARIA