La gran SIETE Año 2 N° 2 | Page 63

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Por Florencia Baldasarri y Matilde Szuchman

Pensamos las pobrezas de manera social, en donde hay necesidades humanas no cumplidas, que generan procesos de exclusión y de violencia. Esos procesos forman parte estructural de las políticas neoliberales, que amplían más la brecha entre la demanda potencial y la demanda efectiva. Notamos que, en términos fácticos, esto no parece haberse superado en nuestro país a través de la Educación de Jóvenes y Adultos, que dejó a amplios sectores de la sociedad fuera del sistema educativo.

La pobreza educativa no se limita al porcentaje de analfabetos, sino que abarca el 67% de población económicamente activa de 15 años y más, que ya no está en la escuela y que se encuentra en situación educativa de riesgo. Para la franja de jóvenes de 15 a 24 años las cifras son graves: 71% se encuentra en esa situación.

En la Ley Nacional del 2006, el carácter permanente se presenta a través de los ejes propios de la Educación Popular que supera la visión compensatoria (asistencial), propone una construcción participativa del conocimiento, da lugar a distintas ofertas para trayectorias educativas diferenciadas. En síntesis, una educación que habilita el desempeño social y laboral, reflejándose en la incrementación de la matrícula de los estudios superiores.

Por otro lado, desde otro nivel de análisis, pudimos ver entrevistas en las que encontramos testimonios de lo que sucede en las cárceles, dentro de los espacios educativos como en el cotidiano de los encierros. César González1 pasó por cuatro institutos de menores y estuvo cinco años preso. “Me di cuenta de que no sirvo simplemente para ser un pibe chorro, como me decían todos los días el juez o el fiscal”. Él cuenta acerca de lo natural que era caer preso, que no existía ninguna esperanza de futuro, era vivir el día a día. “Tal es la cultura con la que te criás”, dice González. De esta forma, comprendemos que “el pibe chorro” es una consecuencia social.

Aunque el conocimiento pedagógico es propio de la práctica educativa, ya que son les docentes les únicos capaces de especificar los problemas a investigar, el aporte a la práctica de este conocimiento es pobre.

Trabajo de Campo “ocupa un espacio en el currículo con la finalidad de brindar a les futures maestres elementos que promuevan el análisis de las diferentes dimensiones de la realidad educativa y es una instancia en el proceso de construcción del conocimiento”2. En este contexto educativo específico, se promueven investigaciones desde las distintas perspectivas (histórica, política, social, pedagógica, didáctica, etc.) que atraviesan la educación, a través de un conjunto de actividades que el investigador lleva a cabo y reconstruye en un informe final. Estos aportes investigativos ayudan a reflexionar críticamente y documentan lo que no está registrado, logrando evidenciar aspectos, dimensiones y/o prácticas educativas desconocidas.

Teniendo en cuenta que la etnografía se interesa por un grupo de personas en cuanto a lo que hace y cómo se comporta, y el etnógrafo debe introducirse en ese grupo para aprender su lenguaje y su cultura: su labor está más allá de la observación; podemos hacer un “paralelismo” entre enseñanza y etnografía, ya que en ambas se debe investigar, preparar un terreno, organizar y analizar. Desde este lugar, es claro que les maestres cuentan con dichas características, sólo deben reconocerlas e identificarse con el método etnográfico, el que está a su alcance, porque se va aprendiendo a hacer a medida que se va haciendo.

Dado que la etnografía es un enfoque metodológico-práctico, encargado de analizar otras culturas, describirlas y escribirlas para otro ajeno al lugar, podemos decir que el análisis etnográfico se dará dentro de un ámbito escolar; los sujetos involucrados serán todes aquelles incluidos en ese ámbito y serán dirigidos a sujetos identificados en el mismo. Como trabajo conceptual la etnografía visibiliza lo ajeno a lo nuestro, haciendo comprensibles otras realidades. Por lo tanto el trabajo teórico y la comprensión son indisociables para la tarea etnográfica.

EL APORTE DEL ENFOQUE ETNOGRÁFICO