-la gran siete-
58
Ese año siguió trabajando en el taller. No lo sorprendió la asunción de Galtieri el 22 de diciembre ni las reuniones en Nueva York en febrero del `82 con el embajador del Reino Unido. Hasta que el 1ro de Marzo escuchó en la Radio Nacional el número de documento de su hijo Javier. Había salido sorteado para ir a la colimba. Sabía lo que se venía y tenía que evitarlo de alguna manera. Empezó a pensar si tenía algún médico conocido que le pudiera hacer un certificado. Intentó convencerlo a Javi, pero no había caso. Sus dos mejores amigos también habían sido sorteados y él quería ir. Oscar no podía hablarle de la guerra de Malvinas, no iba a tener sentido para él. Ahí recordó. Sus propias ganas de ir, sus amigos que también habían sido sorteados, su papá diciéndole que tenía que zafar, que buscara algún médico militar que le hiciera un certificado, que tenía que hacer algo para no ir. Se acordó del manejo de armas que tenía su padre y de la mudanza inesperada desde Mercedes hacia la capital. Miró a los ojos a su hijo y recordó la mirada de su padre. Se vio a sí mismo joven, en los ojos de Javier. Se dio cuenta de que la historia se volvía a repetir y él no iba a poder hacer nada para evitarlo.
Una piedra en el estanque