nuevas puertas. Pude entender que el juego podía estar presente en la escuela, siendo parte de un proyecto institucional sostenido a lo largo del tiempo. Los alumnos de 1° y 2° grado, cuentan con un proyecto de Juegoteca, coordinada por la Profesora Patricia Frontini. Se propone jugar en un espacio planificado previamente, donde se brinda al juego el valor y la reflexión que se merece desde un posicionamiento que comparto.
La Juegoteca articula con el Taller 1 de prácticas, que dicta esta misma profesora, donde se realizan intervenciones mediante observaciones, planificaciones y coordinación de juegos para lxs alumnxs de la primaria del Normal 7. Esta experiencia fue muy significativa para mí porque pude estar por primera vez en contacto con alumnxs de primaria y además puse en práctica todo esto que vengo contando pero desde otro rol.
En 2018 cursé el EDI 2 “Diseño y Evaluación de Proyectos Culturales” con la Prof. Carolina Luzuriaga. No sé si fue casual o no, pero surgió la posibilidad de realizar como proyecto un encuentro lúdico. Esto me produjo un crecimiento enorme porque en primer lugar la idea de hacer un proyecto, es decir un producto final, surgió en el grupo, y en este caso iba a ser un encuentro entre estudiantes y docentes, a través de una planificación minuciosa que significó varias cuestiones:
- Definiciones y fundamentaciones con marco teórico: donde tuvimos que investigar y leer material.
- Capacitaciones en juego: en este caso con Manuel de Aula Vereda, que nos brindó recursos muy potentes.
- Planificar cómo difundirlo, a quién dirigirlo, dónde realizarlo, cuándo, qué juegos proponer, entre otras cosas.
Es decir, muchas cosas que hacen a un proyecto y que en ninguna materia o espacio de la formación docente realizamos.
En segundo lugar, entender al juego como un derecho que los niñxs deben tener y que ojalá nunca lo pierdan como lo perdimos muchos de nosotros durante nuestro crecimiento. En tercer lugar, tener la posibilidad y abrir el espacio de la reflexión que es algo a lo que no estamos acostumbrados y que también es importante luego de jugar. Me llevé todo eso y mucho más de la materia porque todo iba teniendo que ver con lo mismo que me atravesaba a mí, como dije antes, desde lo personal.
Este año, comencé a trabajar como maestro auxiliar en un primer grado en la escuela “Centro Hebreo Ioná”. Después de los primeros dos meses, observando mucho a los chicxs tanto en las aulas como en los recreos, detectaba que había conflictos grupales durante los juegos, que llevaban a insultos o peleas. Sucedían por motivos diversos: porque algún niñx "gozó" (molestó) a otrx por perder en el juego, otras veces un niñx sin darse cuenta y sin querer se golpeó con un compañerx y el otrx lo tomó como que fue a propósito. Otras veces por no aceptar las reglas del juego o no ponerse de acuerdo entre ellxs, o quienes no quieren participar de juegos porque no les gusta. También, observaba que los juegos eran siempre los mismos: manchas o fútbol. Los chicxs no sabían (o no querían) jugar a otra cosa y lo peor es que siempre alguien terminaba lastimado. Observé que a lxs chicxs les costaba jugar grupalmente. No siempre el juego resultaba agradable y divertido para todxs.
Con todas las experiencias que fui viviendo y sigo viviendo traídas en la mochila, me animé a solicitarle a la directora abrir un espacio de Juegoteca, similar al que participé en Taller 1, donde los chicxs puedan jugar pero con juegos planificados y propuestos por mí. La directora estuvo encantada con esta propuesta y sin problema me dejó hacerla con la condición que le envíe previamente las planificaciones de cada encuentro.
Voy por el encuentro número 11 (los llamo encuentros y no clases) y la verdad es que fui aprendiendo mucho. Los encuentros no se vinculan con la enseñanza de los contenidos escolares. Proponen aprendizajes en torno a lo ético y lo humano, enmarcados en la ESI. Por ejemplo, propuse juegos sobre temáticas grupales, sobre el cuidado del cuerpo de unx mismx y del otrx, sobre la confianza en el otrx y la escucha. Ahora estoy por hacer unos tres o cuatro encuentros para trabajar las emociones.
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-la gran siete-
Un encuentro para jugar y reflexionar con otrxs