ni no es compartido por el niño, o falta de disciplina y autoridad si perciben la falta de orden.
“Entonces lo importante es que todas las secciones y los docentes nos pongamos de acuerdo en la misma pauta. Porque en cuanto el chico, detecta que hay una ruptura en algún profe, que es más… más blandito, o que no se enteró de la nueva norma o lo que fuera, siempre va a pedir los permisos con ese, entonces bueno. ¿Podemos patear la pelota? No. Entonces van con el otro. Eh, nos dijeron que podemos patear la pelota, podemos patear, ¿no? Ah, sí, sí pateá. Chau. Y ahí te agarraron” (Docente de 7mo grado)
“Si entre todas las secciones decimos, pelota sí pelota no, el chico te va a romper dos días, tres días, pero al cuarto día ya se cansó. Ahora, si uno le dice que sí, el otro le dice ni, y el otro le dice que no, entonces ese chico está dos meses quemándote la cabeza con lo de la pelota. Entonces, me parece que nosotros desde algún lugar podemos colaborar en que el chico no sienta tanto la contradicción.” (Docente de 7mo grado)
Esta docente toma responsabilidad de que gran parte de la confusión de los chicos en cuanto a las normas escolares se debe a la falta de los adultos en ser consistentes con ellas. Y que los maestros deberían ponerse de acuerdo para evitar problemas. Podríamos pensar entonces que en instituciones con mayor flexibilidad o ambigüedad en las normas se podrían encontrar mayores casos de niños que buscan transgredirlas.
“Muchas veces el colegio plantea determinada resolución del conflicto y los chicos aprenden eso, llegan a casa y tienen el mensaje contrario. ¿Y qué pasa? Es la casa. Y si lo dicen en la casa, lo dicen en la casa. Entonces el chico vuelve con otro discurso al colegio, lo pone en práctica y nosotros lo retamos. Vuelve a la casa, lo retamos. O vienen los padres y nos retan a nosotros. Nosotros nos peleamos ¿y quién queda en el medio? ¡El chico! Y el chico que está formando sus normas para la vida, ¡no entiende nada! Entonces, esa confusión, la generamos los adultos, no la generan los chicos.”(Docente de 7mo grado)
En este fragmento de conversación podemos ver que las docentes ponen mucha importancia a la unión de criterios no sólo dentro de la institución escolar sino también con las familias para alivianar las “confusiones” o “contradicciones” de en los niños. El apoyo de las familias se vuelve primordial a la hora de tratar con chicos con problemas actitudinales.
“Porque si se quiebra ahí el vínculo entre la escuela y la casa, es muy complicado.” (Docente de 7mo grado)
Sin embargo el mayor sentimiento de injusticia percibido por los chicos parece ser cuando ante un mismo hecho un docente decide sancionar y otro no.
“¿por eso decían que era injusticia?”
“Porque se peleó con un amigo, y estábamos con esa maestra que…no….no hacía nada y lastimó a un compañero mal malmal.” (Alumna de 5to grado)
“Una compañera me dijo de todo, malas palabras y no le hicieron nada, no le escribieron nota, nada.” (Lucas, alumno de 5to grado)
En este caso son los chicos mismos los que piden una acción punitiva por parte de los docentes. El hecho de que algunos actos usualmente sancionados no lo sean en ciertos casos, serían los momentos en que para los chicos, la justicia o la injusticia se hacen más presentes en la escuela. La complicación estaría entonces cuando se ponen en juego distintos criterios de juicio en la vida escolar. Entonces, tal como dice la docente, unificar criterios, “colaborar en que el chico no sienta tanto la contradicción”, parece ser necesario para una vida más pacífica dentro del colegio.
Cuando se habla de problemas actitudinales, problemas con las normas, de adaptación al sistema, pareciera ser siempre que se está hablando de un problema intrínseco del niño, pero en esta conversación se muestra que el problema parecería radicar en la falta de unificación de criterios por parte de los adultos.
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Por Gabriela Ono