La mayoría de las consignas de escritura se vinculan a los textos leídos y a la conversación sobre los mismos. Eso no sólo brinda herramientas al alumno para escribir, sino que permite además indagar más profundamente en el cómo están hechas esas obras. Indagar en el funcionamiento literario, en esa maquinaria artística. Descubrir cómo funciona el juguete para luego crear nuevos juguetes. Una lectura desde lo literario, desde lo artístico, no es poco para un futuro maestro que invitará a sus alumnos a leer y a escribir.
Uno de los problemas del abordaje de la literatura en la escuela es justamente ese. El ignorar el cómo, en una exclusiva atención hacia el qué, es decir priorizar los temas, los argumentos sin prestar atención al trabajo artístico del lenguaje, a la artesanía literaria del texto. Y como ya vimos, es en ese uso particular del lenguaje donde radica el poder de la literatura.
La literatura es una lucha contra el dogma, y el dogma puede manifestarse de variadas formas, una de ellas, la más sutil y efectiva quizá, son las formas cristalizadas del lenguaje. El dogma de la palabra establecida. Por ello jugar con el lenguaje, transgredir sus reglas, poner en evidencia sus lugares comunes, develar el cliché, es un pasaje a la libertad.
La palabra poética se funda en la imposibilidad de decir, abre esas telarañas del lenguaje en las que somos presa y depredadores a la vez, y nos deja entrever una verdad que sabemos inalcanzable. En la palabra literaria existe el gesto honesto de reconocer los límites del lenguaje. La palabra de la literatura tiene sus raíces en el vacío, se origina en la falta, en las preguntas, en las ausencias. Las certezas inamovibles sólo son un escollo que hay que remover para mostrarnos nuestros límites, y a través de la conciencia de los límites, liberarnos.
-la gran siete-
Creo que uno de los logros de los chicos que asisten al taller es descubrir que son personas sumamente creativas e imaginativas, que creatividad e imaginación no son dones reservados a los artistas, o a los niños. Los alumnos manifiestan a menudo que no pueden creer que se les haya ocurrido y hayan podido escribir tales cosas. Es casi como descubrir un “otro yo” oculto, silenciado, pero aún vivo en cada uno. Pero no sólo es bello descubrirlo en uno mismo, sino también en quien tenemos al lado.
1De Certeau, Michel. (1996) “Capítulo XII. Leer: una cacería furtiva” en La invención de lo cotidiano. México: Universidad Iberoamericana. p. 185-186.
2Montes, Graciela. “El bosque y el lobo” en Buscar indicios construir sentido. (2017) Bogotá: Babel Libros.
3Montes, Graciela. (2017) Ob cit. P. 136.
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una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo
la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos.
Alejandra Pizarnik en Arbol de Diana (1962)
5Hirschman, Sarah. (2011) Gente y cuentos ¿A quién pertenece la literatura? Las comunidades encuentran su voz a través de los cuentos. Prólogo de Ricardo Piglia. Traducción de Julio Paredes. México: FCE. Colección Espacios para la Lectura. P. 59.
6Genovese, Alicia. “Poesía y modernidad. La poesía como discurso ‘inactual’” en Leer poesía. Lo leve, lo grave, lo opaco.(2011) Bs. As.: FCE. P.. 16.
7La frase está inspirada en la conocida escena de Humpty Dumpty en Alicia a través del espejo de Lewis Carroll.
“Cuando yo uso una palabra –dijo Humpty Dumpty con un tono burlón- significa precisamente lo que yo decido que signifique: ni más ni menos.
-El problema es –dijo Alicia –si usted puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.
-El problema es –dijo Humpty Dumpty –saber quién es el que manda. Eso es todo.
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Elogio de las sombras. Reflexiones sobre el taller literario