La gran SIETE Año 1 N° 1 | Page 56

extrañamiento. Me hicieron reflexionar, me dejaron pensando, sobre todo los cuentos fantásticos, que invitan a la creación, me dejaron con la duda porque casi nunca encontré una explicación.”

(Silvana, alumna ENS 7)

Silvana señala la sorpresa y el extrañamiento como efectos provocados por los textos. “Me hicieron reflexionar, me dejaron pensando”. “me dejaron con la duda, nunca encontré una explicación”

En el mundo de la claridad, de las certezas, de la saturación y de las palabras repetidas, la literatura nos ofrece la falta de explicación. El vacío, lo no dicho, lo que no cierra ni cerrará nunca.

Leer literatura es educarnos en el enigma. Aceptar el enigma como motor de una búsqueda. Una búsqueda que es estética y también, por supuesto, es intelectual.

Pero la lectura de grandes autores no es la única oportunidad de lectura dentro de este taller. La instancia más potente del taller es la lectura de las escrituras de los alumnos. Es una instancia difícil, especialmente al comienzo. Los alumnos temen equivocarse, hacer las cosas mal, y sienten que se exponen al presentar en público sus “criaturas”. Lo maravilloso es que ese temor, tan lógico, tan comprensible, se transforma en una de las instancias más placenteras del taller, cuando cada uno descubre y se descubre a través del juego con las palabras.

Lo bueno de todo esto es ir descubriendo que siempre en un texto hay algún hallazgo, algo logrado, algo que rescatar. Y no se trata de una actitud condescendiente ni piadosa, sino de una lectura sincera y a la vez exigente. Cuando escuchamos los textos de los compañeros, la actitud que vamos adquiriendo es exactamente la misma que cuando escuchamos o comentamos los textos de Pizarnik, Cortázar, o Maupassant. La actitud del lector muy atento, casi detectivesca, que observa cómo funciona ese juguete, para perfeccionarlo, “copiarlo” o extraer de allí ideas, imágenes, recursos que alimenten y permitan a su vez dar forma a lo que soñamos despiertos, a lo que imaginamos… a nuevas creaciones.

En el taller nos detenemos para descubrir que las explicaciones didácticas no sirven en un texto literario. Que decir más de la cuenta, no dejar lugar al vacío es un modo de arrebatarle al lector su posibilidad de interpretar con libertad, de actuar creativamente. Que la incertidumbre, la ambigüedad en el lenguaje no sólo es necesaria, también produce belleza.

Un buen texto es inquietante porque nos apela como lectores, nos invita, nos obliga a completarlo con nuestra interpretación. Una obra de arte, un texto literario siempre es una propuesta incompleta que logra completarse cuando interviene el lector. El lector es co-autor del texto. Leer es una actividad creativa, no reproductiva, como algunas veces nos quieren hacer creer.

Esa tarde, al salir del colegio, la mamá de Clarita nos vino a buscar. Era una mujer seria, de pocas palabras. Nosotras caminábamos entre saltos y risas de pelo despeinado, siempre detrás de ella, que miraba hacia todos lados como si hubiera perdido algo.

(María Fernanda Miceli. Alumna ENS 7)

¿Qué nos está diciendo este texto? Mucho más de lo que aparenta decirnos. La descripción de la mamá ya nos introduce en el enigma: ¿a qué se deberá la seriedad de esa mujer, su silencio?, pero más aún el contraste entre las niñas que caminan entre saltos y risas de pelo despeinado (obsérvese la belleza en la anomalía de la frase: “risas de pelo despeinado”) y la mujer que miraba hacia todos lados como si hubiera perdido algo. La niñez y el juego con su dinamismo y alegría en contraste con el mundo

-la gran siete-

Las escrituras de los alumnos

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Elogio de las sombras. Reflexiones sobre el taller literario