La gran SIETE Año 1 N° 1 | Page 54

-la gran siete-

Por Marcela Carranza

Es maestra, egresó de la carrera de Letras en la Universidad Nacional de Córdoba y del Máster en Libros y Literatura para Niños-Jóvenes en la Universidad Autónoma de Barcelona. Fue colaboradora permanente de la Revista virtual especializada en libros y literatura para niños: Imaginaria y profesora en el Postítulo de Literatura Infantil y Juvenil de la Escuela de Capacitacion Docente (CePA). Da clases de Literatura y coordina talleres de escritura en profesorados de formación docente de la Ciudad de Buenos Aires. Co-coordina la Biblioteca Juanito Laguna, especializada en literatura infantil y juvenil (UTE-CTERA) Obtuvo el premio Pregonero a Especialista 2013 otorgado por la Fundación El Libro.

¿Qué le contarías a un compañero o compañera acerca de lo que sucede en el taller? Es la pregunta con la que suelo cerrar el taller de escritura literaria que coordino en la ENS N° 7.

Si me hago esa pregunta a mí misma diría: “es un lugar donde los alumnos descubren el lenguaje”. Casi una locura decir esto, cuando nos referimos a personas que aproximadamente llevan más de veinte años hablando y unos quince o más escribiendo. Pero por qué digo que “descubren el lenguaje”, porque en el taller el lenguaje deja de ser exclusivamente un instrumento de comunicación. Durante el taller el lenguaje se vuelve protagonista, se vuelve opaco. El lenguaje suena, vibra, juega y dice: “Aquí estoy, mírenme en mi belleza, en mis posibilidades, en mi falta y en mi imperfección”.

¿Y para qué sirve mirar al lenguaje”? ¿Por qué detenernos a la sombra de las palabras de la literatura dentro del trajín de la carrera docente?

“Hacer silencio, demorarse, deleitarse, pensar y dejarse tocar por ‘lo otro’ parecen hoy actitudes casi exóticas, que exigen cierto coraje.” Dice Graciela Montes en un artículo suyo llamado “El bosque y el lobo”.2

En ese mismo artículo Montes habla de “lo otro”, como el lugar del enigma, de la incertidumbre y del arte. Bajo la metáfora del bosque Montes señala la necesidad de conectarnos con el enigma.

Se podría decir que hay un ‘olvido del bosque’ O un excesivo amor por las salas muy iluminadas, los carteles indicadores y las agendas. Una insaciable exigencia de garantías. Una necesidad de control que supone la supresión de todo lo ingobernable (por ejemplo, la muerte, el cuerpo, el tiempo y sus mudanzas, lo irracional y lo diferente).

Las significaciones, insiste Montes, surgen del enigma. La seducción de los textos está en su funcionamiento como acertijo, su invitación al lector a explorar y descubrir.

Es esa actitud, la del juego del explorador, la que clase a clase llevamos a cabo en el taller. Pero para poder jugar el juego del explorador, para adentrarnos en el enigma de los textos hay que aprender a tolerar la incertidumbre y la ambigüedad.

Durante la lectura de las obras de autores consagrados y durante la lectura de las propias escrituras, los alumnos descubren que la palabra poética, la palabra artística no está destinada a delimitar certezas, sino más bien a abrir interrogantes.

Podríamos decir que el taller es un lugar y un tiempo para explorar el lenguaje de la incertidumbre. Hay demora, hay degustación pausada en la lectura de los textos, y claramente esta actitud es, a mi juicio, en el mundo que nos toca vivir, un gesto de resistencia.

Elogio de las sombras

Reflexiones sobre el taller literario

Experiencia inicial, incluso iniciática: leer es estar en otra parte, allí donde 'ellos' no están, en otro mundo, es constituir una escena secreta, lugar donde se entra y se sale a voluntad; es crear rincones de sombra y de noche en una existencia sometida a la transparencia tecnocrática y a esta implacable luz que, en Genet, materializa el infierno de la enajenación social." 1

Michel de Certeau

La lectura y la exploración del enigma

Elogio de las sombras. Reflexiones sobre el taller literario

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