La gran SIETE Año 1 N° 1 | Page 48

la experiencia”, en el que afirma que “… el relato y su escucha producen el pasaje de lo puramente subjetivo a lo social instalado en el lenguaje. Esa escucha también es una experiencia, con el agregado de la reflexión y la conceptualización de manera tal que la convierte en conocimiento.” 1

Es a partir de estos pensamientos y lecturas que tomamos escenas de la escuela que nos impactan y nos conmueven, que miramos con cierta impotencia, porque algo de la respuesta de la institución no nos gusta, no nos cierra, pero tampoco tenemos respuesta propia. Decidimos narrar esas escenas que nos dejan sin saber qué hacer, para convertirlas en experiencia narrada, conversada, pensada, con la convicción de que

Resultó una experiencia formativa para las estudiantes y también para nosotras como equipo docente de trabajo.

Tomamos la decisión de escribir a la manera de un cronista y contar lo que vemos. Construimos así una mirada etnográfica (Rockwell, 2015), es decir. una mirada que busque “documentar lo no documentado”. El registro etnográfico es, ante todo, descriptivo, rico en particularidades. Se trata de una mirada sostenida en el tiempo, directa y prolongada, que busca comprender los sentidos que los sujetos que son protagonistas de las escenas le otorgan a las mismas. Una mirada a la manera del etnógrafo construye conocimiento ya que propone relaciones relevantes para inquietudes teóricas y prácticas generales

Buscamos pensar cada situación allí, en esa escuela, con esos niños y niñas. A la vez, tenemos la firme convicción de que en esa escuela, esa mirada a la manera del etnógrafo nos permite construir saber, conocimientos sobre esas realidades particulares, en la medida en que podamos pensarlas, estudiarlas, buscar bibliografía para ampliar nuestra mirada y para encontrar, en los textos y materiales teóricos, elementos que nos permitan mirar mejor esa realidad particular.

Con vistas hacia adelante, nos permiten volver menos sorpresivos los sucesos imprevistos. El psicólogo Jerome Bruner (2013) hace referencia a los saberes intuitivos y pone un ejemplo: los niños pueden jugar al billar sin saber las reglas de la física y de la matemática que gobiernan los movimientos de las bochas. De igual manera, los saberes intuitivos que tenemos, nos permiten afrontar lo que acontece, pero no nos permiten comprender o explicar por qué lo estamos haciendo de una u otra manera.

Entonces producimos el relato para tomar distancia, escribir, leer y ser leídos por otros, para pensar y conversar sobre las escenas narradas. En ese proceso de escritura y lecturas empiezan a aparecer otros puntos de vista, nuevos conceptos y aportes de autores.

Florencia se pregunta qué maestra quiere ser pensando también en la manera de relacionarse, en la construcción de modos de convivencia en la escuela. En nuestro primer encuentro, nos relata escenas vividas en esa primera semana de escuela y su conclusión es contundente “Ya sé qué maestra no quiero ser “. ¿Y cómo quiere ser Florencia? ¿Cómo quiere relacionarse con los chicos? ¿Cómo los quiere mirar?

Pensamos acerca de la formación, donde se trabajan las enseñanzas muy intensamente desde el punto de vista teórico y también práctico. Las prácticas son la oportunidad de poner en juego todo lo aprendido en las enseñanzas. Sin embargo, hay otras cosas que en el profesorado se enseñan y se estudian y que no tienen su correspondiente traducción a las prácticas, o al menos no las tienen con la forma e intensidad que la tienen las enseñanzas. Pensamos también acerca de lo poco “previsible” que son esas prácticas que necesitamos poner en juego. Se puede prever cómo se va a presentar un contenido de matemática, o de ciencias sociales; más allá de las decisiones que sobre la marcha tomemos, dado que una gran parte de las prácticas es anticipar qué se va a enseñar y cómo.

Pero hay escenas, situaciones, en las que necesitamos fortalecernos para saber cómo actuar, para que los imprevistos no nos dejen perplejos o paralizados frente a una pelea entre chicos, un insulto, un maltrato entre compañeros o simplemente un desafío de jóvenes que nos ponen a prueba.

A partir de la afirmación de Florencia, pensamos tener un espacio de reflexión compartido para construir una lectura diferente, que nos permita posicionarnos desde un lugar que nos resulte interesante, potente, elegido, para relacionarnos con los chicos y las chicas y para poder mirarlos con otros ojos, de otra manera.

Comenzamos entonces relatando aquellas escenas que pudimos ver pero donde los modos en que los adultos actuaron no nos gustan o no nos conforman Y a partir de allí pensamos, buscamos bibliografía que pueda aportarnos miradas, conversamos sobre la escena, pensamos alternativas.

esta bitácora constituye un saber docente construido de manera colectiva, que no se convertirá nunca en una fórmula para resolver situaciones en las escuelas, pero sí en saberes que tendremos disponibles cada uno de los que la vivimos, para tomar posiciones en nuestros recorridos.

Narrar nos permite encontrar sentido a lo que hacemos, nos permite revisar los sucesos, repasar las historias, hacer foco, tomar distancia para poder retomarlas.

¿Por qué narramos?

-la gran siete-