El trabajo en la escuela nos conmovió desde el primer momento. Las estudiantes asumieron desde el principio el rol de maestras auxiliares con responsabilidad y profesionalismo. Se trataba de un rol en construcción, ya que las tareas a asumir serían el resultado de acuerdos de trabajo entre las maestras, las profesoras y profesores del ENS, el Equipo Directivo de la escuela y las estudiantes docentes.
En las reuniones de Taller, comenzaron a hablar del “significado de esta experiencia” y a tomar relatos breves de escenas escolares, para pensarlas y trabajarlas entre pares y con los profesores.
La mención de la palabra “experiencia” nos llevó a indagar acerca de su significado.
Tomamos a Jorge Larrosa (2003), que dice que la experiencia es aquello que “nos pasa”, aquello que le ocurre al sujeto y deja una huella. En este sentido, la experiencia es un recorrido por la cultura que hace que el sujeto que la vive no sea el mismo antes y después de esa vivencia. La experiencia cambia al sujeto, lo enriquece, le agrega algo. La palabra experiencia, nos dice el autor, proviene del latín “experiri”, que quiere decir probar.
En este y en otros contextos, las estudiantes que atraviesan la experiencia de la Práctica aprenden, se quedan con una marca en su subjetividad, tienen “algo más” con qué encarar sus próximos recorridos. La experiencia de la que habla Larrosa trasciende lo racional, implica al sujeto también en el plano emotivo. Dice este autor que para la filosofía clásica, la experiencia es de algún modo un conocimiento inferior, lo que vale es la razón. Luego, para la ciencia moderna, la experiencia, devenida en experimentos, viene a comprobar o refutar hipótesis de pensamiento. Larrosa nos invita entonces a dignificar la experiencia y repensarla separada de la práctica del experimento. Luego de hacer fuertes críticas al sistema educativo y a la velocidad con que se pretende que sucedan las cosas en estos tiempos, concluye que la experiencia requiere una interrupción, un detenimiento, un ir más despacio para poder escuchar, demorarse y pensar. El sujeto de la experiencia es un sujeto que se define tanto por su actividad como por su pasividad, por su receptividad y por su disponibilidad. La experiencia no se capta desde la acción sino desde la reflexión del sujeto sobre sí mismo.
También Beatriz Sarlo la define: “(...) llamamos experiencia a lo que puede ser puesto en relato, algo vivido que no sólo se padece sino que se transmite”. Esta afirmación de Sarlo es tomada por Gustavo Shujman (2008) en un artículo titulado “Escribir la experiencia”, en el que afirma que “… el relato y su escucha producen el pasaje de lo puramente subjetivo a lo social instalado en el lenguaje. Esa escucha también es una experiencia, con el agregado de la reflexión y la conceptualización de manera tal que la convierte en conocimiento.”
La experiencia
¿Por qué o para qué escribir?
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Por Ayelén Attías