La gran SIETE Año 1 N° 1 | Page 17

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Por Judith Taub, Magalí Bay y Camila López Cabrejas

publicación de una serie de documentos curriculares que habían sido producidos por la Dirección de Curricula del Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires para distribuir en las escuelas del Nivel Inicial, Nivel Primario y Nivel Secundario de la Jurisdicción. Además de la consigna para realizar el parcial, las y los estudiantes contaron con una nota del diario Página 12 de ese momento que informa sobre lo sucedido:

VER NOTA PAGINA 12

Camila López Cabrejas

Estudiante del Profesorado de Nivel Primario de la ENS N° 7

Ante la discusión que se relata en la nota periodística, surgen las preguntas por el proceso de selección curricular. Allí se ve cómo la incorporación o no de un contenido y una perspectiva de la historia de nuestro país, es objeto de discusiones y disidencias entre distintos sectores sociales y políticos.

Al mismo tiempo, queda demostrado cómo aquello que finalmente forma parte del currículum escolar oficial, es el resultado de un proyecto político educativo que logra imponerse por sobre otros, que aún así oponen resistencia. Y se cristalizan las relaciones de poder que intervienen en la selección de los saberes legitimados.

El artículo periodístico “Libros que el ministro no deja ver en el aula” deja a las claras que el currículum escolar es una arena de disputa política e ideológica. Éste, es el terreno en el cual los sectores hegemónicos y otros grupos sociales, chocan entre sí para imponer sus creencias, valores e intereses políticos, en este caso, para abordar la enseñanza del Bicentenario de la Revolución de Mayo, es decir, los últimos 200 años de nuestra historia.

Por un lado, el equipo de historiadores e historiadoras que realizó los documentos para trabajar el tema en el aula, realizó una selección de contenidos y la elección de un enfoque, necesarios para construir el currículum escolar, mediante lo que Terigi llama Justicia Curricular. En dichos materiales, el objetivo era visibilizar a los grupos subalternos de nuestra historia, que fueron tan protagonistas como los que ha elegido la historia oficial. Estos sujetos activos de nuestra cultura y nuestro país son las mujeres, los pueblos originarios, la población afroamericana, las trabajadoras y los trabajadores.

La intención de incorporar en el relato de estos 200 años a dichas voces, responde a la histórica lucha que han llevado estos grupos por ser escuchados, visibilizados, respetados. Ante una continua vulneración de sus derechos, estos sectores subalternos no han dejado de pujar por formar parte de la definición de los saberes válidos, de las formas de contar nuestra historia.

Contrariamente, el entonces ministro Esteban Bullrich, representa a un sector que busca seguir ocultando la participación de los sectores oprimidos de nuestra historia, enmascarando su postura, argumentando con el supuesto de la neutralidad ideológica que debe respetar la selección curricular. Así, el ministro “denuncia” que el equipo que trabajó en el material del Bicentenario imprimió una tendencia ideológica en los documentos, ocultando su propio posicionamiento en el que se invisibilizan las disputas de cada tiempo y las luchas de los sectores subalternos de nuestra historia. Lejos de traer consigo la neutralidad, se ve cómo el grupo hegemónico que representa el ministro y que se encarga en el gobierno de turno en la Ciudad de Buenos Aires, no permite el ingreso a la escuela de una producción histórica de la igualdad, abonando a la reproducción del orden social establecido.