LA FALSIFICACIÓN DE LA REALIDAD - NORBERTO CERESOLE La falsificación de la realidad WEB | Page 278
La Falsificación de la Realidad
cuando en el "proceso" al "disidente" no intervienen bandas armadas judías
organizadas por el Mossad y destinadas a reprimir físicamente al "provocador".
La discusión cuantitativa sobre el Holocausto tiene sentido en los tiempos que
corren. Tiene una enorme significación saber el número exacto de muertos
judíos y las causas exactas de su muerte. Ya que ello nos llevará hacia lo que
hoy verdaderamente importa, que es evaluar el enorme daño que ha provocado
el Mito del Holocausto, y no la supuesta realidad que ese mito pretende
expresar.
Pierre Vidal-Naqué, en la obra ya citada, p.276, concuerda en la inexistencia de
"cámaras de gas"; admite a regañadientes que los estudios realizados por
químicos de diversos países y distintos orígenes ideológicos -especialmente por
los científicos a-ideológicos- son de suma importancia, y que todos ellos son de
hecho "negacionistas". No hay restos de gas en las ruinas de los campos.
Ningún experto en gases está hoy en condiciones de afirmar que las famosas
cámaras hayan realmente existido. P. Vidal-Naquet, al aceptar el dato científico,
dice que esos estudios son algo así como la arqueología de la historia reciente.
"Sería un grave error poner mala cara ante una conquista científica como el
hecho que a las cifras de un testimonio tan importante se les debe aplicar un
coeficiente de división por cuatro (seis millones dividido por cuatro). Al
renunciar a las cifras falsas no se atenúa el crimen de los nazis. El problema del
número exacto de las víctimas no es esencial".
Nosotros pensamos que sí es esencial que un historiador judío tan importante
como Pierre Vidal-Naqué admita el hecho de que hay que dividir por cuatro.
Entre 6 millones de muertos y 1,5 millones sí hay una diferencia esencial. La
primera cifra corresponde a un proyecto que nunca existió y que luego se
transformó en Mito, la segunda a bajas relativamente normales dentro de una
guerra terrible, en la cual los judíos fueron oficialmente parte beligerante.
Al Mito de los "seis millones" se lo ha sacralizado "hasta el punto de convertirlo
en objeto de ritos, celebraciones y toda una orquestación religiosa. El
historiador sabe reconocer lo sagrado como objeto de estudio; no puede
participar de él, bajo pena de caer en la impostura. El razonamiento encerrado
en sí mismo es signo de mito, no de historia" (Pierre Vidal-Naqué, op.cit., p.266).
Occidente sigue tratando al mundo árabe, por ejemplo, como si hubiese sido
socio del Tercer Reich, cuando en rigor de verdad en aquellos años no existía un
mundo árabe políticamente organizado; es decir, un mundo árabe propiamente
dicho, tal como se lo percibe en la actualidad. Occidente sigue pensando que el
monoteísmo del Islam, que hoy abarca a más de mil millones de fieles en todo el
mundo, es una vulgar super-banda de forajidos -como dice Samuel Huntington-
cuyo único objeto es destruir a los "pobres judíos" y a la totalidad del "mundo
occidental", nada menos.
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