La Falsificación de la Realidad
Hoy estamos otra vez en el plano de la historia humana concreta. No en la historia, casi siempre mítica, de los judíos, sino en la historia, mítica sólo en sus orígenes, de Israel. No es en absoluto extraño que el conflicto entre judíos genéticos y judíos étnicos se agudice en la exacta proporción en que se agudizan las contradicciones entre el Estado de Israel y su entorno " gentil ". Dentro de esa doble guerra, nacional-genética y civil, se ubican los atentados de Buenos Aires.
Raza( genos) y ethnos(" nación " transnacional)
En Occidente " Raza " fue, en efecto, sustituido por " etnia ", y " etnia " es definido así: " un grupo humano que posee una lengua, una historia, una cultura e instituciones propias, una religión propia, y que tiene conciencia de su unidad y de su unión ". La etnia es entonces una diferenciación cultural, una diferenciación de la cual ha sido excluida la antropología física, el genos.
También dentro de las ciencias sociales francesas, fuertemente dominadas por la mística y la teología judías, la etnología retorna con fuerza renovada, a pesar de todo, y no sin autocríticas( 6). No es casual este retorno. La Nación francesa es el grupo humano dentro de Europa que más está afectado, hoy, por el problema de la identidad. Y el problema de la identidad, siempre, y en cualquier punto del planeta, pasa por una definición antropológica.
A partir de una tímida definición de etnia, el sociólogo alemán( 7) Peter Waldmann( 8) desarrolla, sin embargo, una interesante teoría del nacionalismo moderno basado en el factor étnico. La definición que hace Waldmann de nacionalismo como radicalismo étnico y como una conciencia aguda de la etnoterritorialidad es particularmente útil. Hoy no existe en el mundo ningún proceso revolucionario que no esté sustentado, en primer lugar, en un grupo étnico, es decir, en una diferenciación ligada a la etnoterritorialidad. Las guerras civiles centroamericanas no fueron sólo un conflicto étnico, sino algo mucho más amplio: un conflicto racial. Los campesinos y marginados eran hombres y mujeres de otra raza, enfrentada desde hace quinientos años con la raza blanca, es decir, con la " civilización occidental ".
Pero la dirigencia de esas insurgencias tenía " el alma blanca ", al igual que Frantz Fanon, y pretendió reducir un conflicto racial, etnoterritorial y etnohistórico, a un mero " conflicto social ", según los cánones del pensamiento socio-económico europeo y norteamericano. Es por ello que terminaron como ministros democráticos de gobiernos blancos totalmente imbricados en el " nuevo orden mundial ".
138