LA ECONOMÍA DE MÉXICO EN EL TLCAN: BALANCE Y PERSPECTIVAS FRENTE AL T VOLUMEN 19-LA ECONOMIA-VERSION DEFINITIVA-17-MAYO- | Page 511
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MA. BEATRIZ GARCÍA CASTRO
fine por la competitividad de sus empresas, las que dependen de una serie
de factores internos y externos para alcanzarlas. Estos factores fueron resu
midos en lo que hoy se conoce como el “diamante de Porter”, que enfatiza
la necesidad de incluir elementos contextuales y sistémicos para alcanzar
dicha competitividad.
Independientemente de los esquemas que se adopten para ilustrar esta
idea, es indiscutible que el desarrollo de la competitividad pasa por diversos
elementos, entre los que aparecen a nivel de empresa y a nivel de siste-
mas los costos, la calidad, la eficiencia y la innovación en la producción, que
a su vez dependen de los recursos y capacidades tangibles e intangibles. De
éstos, las ventajas que otorgan los bajos costos asociados a bajos salarios o
abundancia de materias primas (el petróleo, por ejemplo), son las que se
agotan más fácilmente, en tanto que las ventajas derivadas de las innovacio
nes de productos, procesos o tecnológicas son las más duraderas. La mayor
productividad asociada a la innovación en productos y procesos y a mejor
calidad en los productos y los servicios, necesariamente tiene elementos
que atañen a las capacidades de las empresas, otros elementos se relacionan
con el conjunto de éstas en la propia industria y las actividades productivas
relacionadas en la cadena de valor (clúster) y, por último, otros elementos se
relacionan con factores institucionales que favorecen o debilitan la compe-
titividad de las empresas.
La competitividad de las empresas en mucho depende de su vinculación
como red para la realización de acciones conjuntas y coordinadas que tie-
nen como consecuencia el aumento de la eficiencia colectiva; acciones que
facilitan un sistema eficiente para la circulación y la transmisión de infor-
mación relevante, que posibilita la difusión de innovaciones tecnológicas
y organizacionales a nivel local, y la introducción de nuevos productos de
acuerdo a las tendencias percibidas o creadas respecto a la demanda de los
clientes. Estas acciones dependen en gran medida de elementos institucio-
nales.
Sin duda, la estrategia competitiva más frecuentada (y con menos perspec
tiva de éxito sostenible a largo plazo) es la que explota de manera estática
ventajas en costos reales (por una dotación privilegiada de factores o por el
abaratamiento de costos vía contención salarial o subsidios a la producción).
Los bajos salarios constituyeron el eje sobre el que se relocalizó la in
dustria de la confección a partir de los años ochenta del siglo pasado, lo que
favoreció el desarrollo de la industria textil y del vestido en México. Ante la
competencia de estas economías y para evitar perder competitividad, los
países desarrollados establecieron sistemas de regulación al comercio inter
nacional y procuraron la producción automatizada de las confecciones (Mi-
nian et al., 2017), dando caso al Acuerdo Multifibra a al ATC de la ONC.