LA ECONOMÍA DE MÉXICO EN EL TLCAN: BALANCE Y PERSPECTIVAS FRENTE AL T VOLUMEN 19-LA ECONOMIA-VERSION DEFINITIVA-17-MAYO- | Page 453

456 JULIO CASTELLANOS ELÍAS Three han querido hacerse creer que es debido a que el costo de la mano de obra de sus plantas es mucho mayor que las de las plantas japonesas, lo que no es necesariamente cierto, pero eso las ha impulsado a trasladar su producción a países con mano de obra barata. Chrysler ha sido un caso diferente que GM y Ford, pues siempre ha exportado más del 90% de su producción y las ventas que realiza en el país proviene de las importaciones de Estados Unidos. En México, en 1993, Chrysler fabricó 228 mil vehículos, el 10.4% de los 2 200 miles de fabricación total en el mundo. En el 2016 produjo en nuestro país 459 mil, el 9.8% de los 4 681 mil de producción mundial. En los 23 años creció el 101%. Exportó 436 mil unidades, el 95% de su producción. Considérese que Fiat compró Chrysler en 2004 y la producción total de FCA incluye lo que fabrica Fiat, que todavía no tiene producción en Méxi- co. Por tanto, los datos de producción y exportación en México se refieren exclusivamente a la división Chrysler. L A POLÍTICA AUTOMOTRIZ DEL GOBIERNO MEXICANO Ha habido un cambio importante en la política del gobierno mexicano respecto de la industria automotriz, especialmente después de la crisis de 1982 y a partir del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Con la finalidad de revisar los orígenes de la inversión extranjera direc- ta (IED), en la que la industria automotriz ha jugado un papel relevante, ésta se inicia en la primera década de la Revolución (1910-1920), en que no hubo ninguna molestia para las empresas extranjeras, las que incluso au- mentaron su producción. Sin embargo, éstas mostraron hostilidad y opo- sición a las medidas de gobiernos revolucionarios para obtener recursos para hacer crecer al país, lo que provocó que el nacionalismo de los líde- res revolucionarios entrara en conflicto con las empresas y los gobiernos de sus países. Venustiano Carranza inicia la postura nacionalista al pedir la subordi- nación del capital extranjero a los intereses de los grupos mexicanos que encabezaba el mismo presidente; así, la Constitución de 1917 fija las ba- ses para reglamentar los intereses foráneos a las necesidades mexicanas. Esta postura fue brutalmente combatida por los extranjeros, por lo que no se pudo aplicar lo que la Constitución mandaba ni con Carranza, ni con Obre- gón, ni con Calles. De hecho, ante las amenazas de intervención armada del embajador Morrow, Calles en 1927 tuvo que firmar los pactos extraofi- ciales de Bucareli para tener el reconocimiento de Washington (cfr. Cruz González, Francisco José, La inversión extranjera directa, p. 449).