LA ECONOMÍA DE MÉXICO EN EL TLCAN: BALANCE Y PERSPECTIVAS FRENTE AL T VOLUMEN 19-LA ECONOMIA-VERSION DEFINITIVA-17-MAYO- | Page 295

LAS GRANDES EMPRESAS Y LA INVERSIÓN EXTRANJERA EN MÉXICO 297 cionalización en el terreno de la producción. En 1930 inició la construcción de su primera armadora en México, manteniendo hasta la fecha varias plan- tas en operación. En el ámbito bancario y del crédito, la presencia del ca- pital estadounidense en el país existe también desde los años en que se constituye el Banco de México. En 1929, el National City Bank, nombre con el que operaba el Citigroup en esos años, abre en la capital del país una su- cursal. Citi opera como banco comercial desde esa fecha sin interrupción alguna, y actualmente se ubica entre los mayores grupos financieros. En esos años hay otras empresas extranjeras con actividades directas en diversos puntos de la geografía nacional. Sin embargo, como se señala desde la introducción de este capítulo, la presencia de capitales estadouniden­ ses en el país es un dato relevante desde las últimas décadas del siglo XIX, que es necesario considerar para explicar la naturaleza y significado del cambio que se produce desde los años ochenta del siglo pasado. Durante los sucesivos gobiernos de Porfirio Díaz, de 1876 a 1911, el capital extranjero invirtió en transporte, comunicaciones y generación y comercialización de electricidad. Por ejemplo, en generación y comercia- lización de electricidad destaca la Mexican Light and Power Limited, que comienza a operar al final del siglo XIX. Las autorizaciones otorgadas por ese gobierno al capital extranjero incluían el uso de las aguas de los ríos como fuerza motriz. A esa compañía se le autorizó en 1903 la utilización de los ríos Tenango, Necaxa y Catepuxtla (López Gallo, 1975:524). Sin embar- go, las actividades en que se concentra la presencia de inversiones extran- jeras son ferrocarriles, bancos y minería, destacando las inversiones por cuenta de compañías o de capitales estadounidenses (Ceceña, 1975:51-54). En 1880, en Estados Unidos se había construido en pocos años un sistema continental de transporte con base en el ferrocarril, que era la red de mayor dimensión en el mundo. El proyecto se financió con recursos de los grandes bancos de inversión, que al final del siglo XIX desempeñaron un importan- te papel en el financiamiento de grandes empresas, en las fusiones indus- triales y en la inmediata racionalización de la producción (Chandler, 1990). Varios de los empresarios que participaron en esos proyectos efectuaron inversiones en México. El Ferrocarril Central Mexicano, una de las mayo- res empresas privadas establecidas durante el gobierno de Porfirio Díaz en México, se realizó contando con la participación de inversionistas de Bos- ton, que antes habían invertido en ferrocarriles en Estados Unidos (Kuntz, 1997:42-43). En materia de fundición del metal destacan las inversiones de la American Smelting and Refining Company, de la familia Guggenheim (Haber, 1992:33). En pocos años, de 1893 a 1911, la producción de meta- les industriales como cobre, plomo y zinc, entre otros, se triplicó.