LA ECONOMÍA DE MÉXICO EN EL TLCAN: BALANCE Y PERSPECTIVAS FRENTE AL T VOLUMEN 19-LA ECONOMIA-VERSION DEFINITIVA-17-MAYO- | Page 22
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josé luis calva
un PIB de 527 370.8 millones de dólares PPA de 1990, era la décima eco-
nomía (FMI, World Economic Outlook Database, April 2013). 35 años des-
pués, en 2017, el PIB de China ascendió a 12 787 100 millones de dólares
PPA de 1990, superando en este indicador a la mayor economía del plane-
ta (el PIB de Estados Unidos ascendió a 11 125 800 millones de dólares),
mientras que México retrocedió hasta el onceavo lugar entre las economías
del mundo, con un PIB de 1 387 440 millones de dólares PPA de 1990, me
nos de la novena parte del PIB chino (FMI, World Economic Outlook Data
base, October 2018). “El fenomenal éxito de la globalización de China —ha
escrito Dani Rodrik— se debe tanto a las políticas industriales no ortodoxas
y creativas del régimen, como a la liberalización económica [sobre todo en
Estados Unidos y otros países: JLC]. La protección selectiva, los subsidios
al crédito, las empresas estatales, las reglas de contenido nacional y los
requerimientos de transferencia de tecnología han incidido a la hora de
transformar a China en la usina industrial que es hoy”. “El dato de que
muchas de las políticas de China violan las reglas de la OMC es más que
claro”. Pero China no habría podido desarrollarse tan rápidamente, agrega
Rodrik, “si se hubiera convertido en miembro de la OMC antes de 2001, o
si hubiera aplicado servilmente las reglas de la OMC desde entonces” (Dani
Rodrik, “El doble estándar de la política comercial de Estados Unidos con
China”, Project Syndicate, 10/Mayo/2018).
Al contrario de China, México se adhirió desde 1986 al Acuerdo General
sobre Comercio y Aranceles (GATT), con el fin de amarrar en un pacto in
ternacional la apertura comercial previamente realizada; y se sumó a las
negociaciones de la Ronda de Uruguay que transformaron al GATT —ba-
sado en los principios keynesianos de Bretton Woods, que otorgaban a las
naciones amplios márgenes de libertad para decidir soberanamente sus po
líticas económicas— en un nuevo organismo: la Organización Mundial de
Comercio (OMC) de corte marcadamente neoliberal.
No es extraño, por tanto, que durante casi una década de su membresía
en el GATT, México no haya aprovechado los amplios márgenes de libertad
que este organismo multilateral concedía a los países en desarrollo en ma-
teria de políticas comerciales, industriales, tecnológicas y de inversión ex-
tranjera. En contraste, los países de nueva industrialización del Este de Asia
(como Corea del Sur y Taiwán) aprovecharon ese entorno de libertades para
desplegar su característico paquete de “políticas no ortodoxas: subsidios a
la exportación, requisitos de contendido nacional, vínculos entre las impor
taciones y las exportaciones, violaciones a las patentes y los derechos de
propiedad intelectual, restricciones a los flujos de capitales (incluyendo la
inversión extranjera directa), el crédito dirigido, entre otros” (Dani Rodrik,
La paradoja de la globalización, Madrid, Antoni Bosch, 2011).