LA ECONOMÍA DE MÉXICO EN EL TLCAN: BALANCE Y PERSPECTIVAS FRENTE AL T VOLUMEN 19-LA ECONOMIA-VERSION DEFINITIVA-17-MAYO- | Page 180
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JAMES MARTÍN CYPHER
Pasando los “años dorados” del TLCAN, entre 1996 y 2000, México en
tró en un nuevo escenario a partir de 2001, donde China funcionó como
imán para la IED. Este país, a partir de aquel entonces, ha funcionado co-
mo base internacional para las actividades productivas del sector manufac-
turero. El nuevo núcleo masivo de producción se asentó principalmente
en Shenzhen, Provincia de Guandong (la primera Zona Económica Espe-
cial de China), el cual tuvo el objetivo primordial de exportar esta nueva
producción hacia Estados Unidos.
La explosión de las exportaciones manufactureras de China no fue cau-
salidad; las ETNs estadounidenses previeron el futuro de China como una
máquina exportadora sin paralelo desde fines de la década de los noventa.
En aquel entonces, las ETNs apostaron gran cantidad de sus inversiones
a China. Aún más, el hecho menos conocido es la ola de inversiones puesta
en marcha en aquel país en materia de investigación y desarrollo (IyD) tec
nológico. Tales inversiones de alto grado cualitativo y de gran importancia
se catapultaron de un promedio de 80 millones de dólares entre 1994-1998
hasta más de 500 mmdd para 1999 y 2000 (Mirowski, 2011:19). Las inver-
siones del gobierno chino en maquinaria y equipamiento, infraestructura
de transporte y puertos de alta tecnología, evidenciaron que las exporta-
ciones manufactureras chinas estaban destinadas a desplazar los bienes
“mexicanos”. Ausente, en el caso mexicano, de tales inversiones cualitati-
vas gubernamentales y sobre todo inversiones privadas y públicas en IyD,
para facilitar un proceso de mejoramiento del valor agregado en los bienes
exportados.
Del año 2000 en adelante —hasta la actualidad—, el desempeño de la
economía estadounidense ha sido débil. Baste mencionar la crisis de 2007-
2012, la cual hizo caer a esta economía en el peor bache desde la Gran De-
presión de 1929. México, por su parte, se ha postrado a los pies de aquel
país, cuando la clase política y la oligarquía mexicana ha apostado todo a la
quimera de un mercado creciente a perpetuidad de las exportaciones ma-
nufacturas mexicanas. Autoubicado en su camisa de fuerza del TLCAN, este
efecto de seguimiento es una muestra más de la teoría de “la dependencia
del sendero” y las capacidades de autoengaño e incompetencia de las más
altas capas socioeconómicas de México.
Con este “modelo raquítico”, no sorprende que la porción de PIB reci-
bida por la clase trabajadora (la remuneración de los asalariados) haya sido
únicamente del 27% en 2012, porción que bajó desde 35.3% al inicio del
TLCAN en 1994 (Vidal, 2013:B2). Entre 2001 y 2013, la tasa real de creci-
miento anual del PIB por persona fue de un petrificado 0.9% (CEPALSTAT,
2014). Cuando se combinan los datos de la aún más sesgada distribución
del ingreso anual a favor de la oligarquía y la clase política, y la casi inmóvil