LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | Page 98

Mientras cerca de mí juegan a las cartas y beben ajenjo compañeros españoles, debo pensar en el loco don Quijote, que cabalgó sobre su rocín Rocinante por España y ha pasado a ser la irrisión de los hombres. Quiso que la caballería hundida en su patria fuera nuevamente honrada. ¡Este loco! Tantos libros de caballería había leído que le habían "comido el coco". Sin embargo, yo creo que, si hubiera leído o tenido noticias del entonces ya casi olvidado trovador y caballero Piere Cardinal, no habría tenido que sacar su enmohecida armadura de caballero del desván de cachivaches, no habría tenido que complementar su armadura con tapas de cartón y no hubiera salido a cabalgar en busca de aventuras luciendo vestimentas de tiempos pasados: Déjate enterrar, caballería Y que ninguna palabra te anuncie jamás, Escarnecida estás y sin honra, Ningún muerto tiene tan poca fuerza, Serás exprimida y traicionada, el rey anula tu herencia, Y todo tu imperio es alucinación y compra, Y por lo tanto ¡estás acabada! Estaremos aquí todo un día, tal como fue previsto. No estoy des- contento con ello. La tierra española vio aún a otro "caballero", vasco de nacimiento, sobre el que debo meditar. Este no perteneció a la corte de Lucifer. De joven montó un corcel. En años posteriores prefirió una mula, porque también Jesús de Nazaret, el "Rey" judío, entró a la ciudad de David sobre una burra. El caballero se llamó Ignacio de Loyola. El fundó, contra la corte de Lucifer no exterminada, la hasta hoy existente Compañía de Jesús... En la época en que don Quijote cabalgaba sobre el lomo de su Rocinante por el país español, el paje Ignacio de Loyola debía, .arro- dillado junto a la mesa, alcanzarle la copa a la reina española Germana, esposa de Fernando el Católico; ponerle el manto al salir e