LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | Page 97
En el Parzival de Wolfram von Eschenbach, alguien dice: "Señor, no
soy uno de esos que puede mentir". Era un puro, tal como fueron puros
los cátaros. Éstos enseñaron acerca de dos "pecados capitales": la
dureza de corazón, que es lo opuesto al sufrimiento en otro -no la
compasión- y la mentira...
Un tren expreso resopla sobre la meseta de la Cerdanya. Viene de
Toulouse y va a Barcelona. Pasará por las proximidades del monte
conventual de Montserrat una vez que haya cruzado Cataluña.
Cataluña, una vez, fue tierra de godos y alanos. Ante todo, esta tierra
no debiera llevar su nombre.
La condesa P. tiene razón: el Grial nunca ha sido guardado en
Montserrat, ni los jesuitas han ejercido jamás la caballería del Grial.
¡Cómo podrían hacerlo si fueron los maestros de la mentira! Ya el
santo Ignacio de Loyola, fundador de la orden de los jesuitas, había
recomendado a sus discípulos que en el trato con principales y distin-
guidos había que ganarse su confianza adaptándose al temperamento de
cada uno y para esto se debía emplear permanentemente la adulación.
Como fiel discípulo de Ignacio, posteriormente, un padre Gracián, rector
del colegio jesuita de Tarragona, en su Oráculo manual expuso con toda
precisión cómo debe comportarse cada compañero de Jesús Ad
Majorem Dei Gloria (para mayor gloria de Dios): "Todo lo favorable,
obrarlo por sí; todo lo odioso, por terceros. Entrar con la ajena para
salirse con la suya. Hanse de procurar los medios humanos, como si no
hubiese divinos, y los divinos, como á no hubiese humanos. Dorar el no.
La muleta del tiempo es más obradora que la acertada clava de
Hércules. No perder de vista la salida afortunada, ya que el vencedor no
necesita dar cuenta alguna. Nunca negar rotundamente, para que siga
persistiendo la dependencia del peticionario. Nunca darle a uno la
oportunidad para que nos examine a fondo. Sin mentir, pero sin decir
todas las verdades".
El Grial nunca fue guardado en Montserrat. Jamás!