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táctica, la Iglesia ha dado otra interpretación al mito del Grial, en
el sentido judío y cristiano.
Hace 2.270 años fondeó, aquí en el puerto de la ciudad colonial
helena Massilia, un barco de muy poca apariencia, pero excelente para
navegar. Qué nombre tenía, no lo sabemos, pero lo que sí sabemos es que
Pytheas se llamaba el patrón del barco y que era un intelectual:
geógrafo, matemático y astrónomo. Pytheas quiso navegar por el
océano y marchar al país de la más lejana medianoche, al Septentrión.
Cuándo la pequeña nave fue abastecida de todo lo necesario para
la manutención de la tripulación durante el largo y dificultoso
viaje, antes de subir a cubierta y hacer izar el velamen, Pytheas
hizo una ofrenda a su dios. Había prestado juramento de fidelidad
a Apolo, aquel dios resplandeciente que había vencido al dragón
Pitón, y para honrarlo, él, investigador massiliota, se dio el
nombre de Pytheas. Pero bien pudo peregrinar al actual Monaco
donde entonces se alzaba un templo al Heracles Monoikos -un
templo en el que sólo Heracles podía ser venerado-. Heracles era
el dios protector, también, para los viajeros a los países boreales.
Cierta vez este héroe, uno de los argonautas, viajaba por mar a
bordo del Argo para traer el Vellocino de Oro de la isla del Sol Aea,
y, como los mitos más antiguos lo señalaban, navegaba a vela "en
dirección al norte". A solas emprendió su aventurero camino de
vida y deificación, para llegar a "una tierra áspera" donde por
mucho tiempo permaneció invitado por el rey Bretanos. Por
consiguiente, estuvo en Britania.
Pytheas, al encomendarse en sus oraciones a Heracles, en modo
alguno lo hacía en detrimento del luminoso Apolo, ya que
Heracles, hermanastro de Apolo, era un divino apolíneo: él,
Jasón y los argonautas, todos ellos hijos de dioses y "salvadores",
habían conseguido con sus oraciones a la orilla del mar, y antes de
subir a bordo del Argo, la protección y escolta de Apolo. Por lo
que la plegaria de Jasón correspondía al sentir de todos los