LA CORTE DE LUCIFER - OTTO RAHN La Corte de Lucifer - Otto Rhan | Page 92
Algunos años después de la muerte, en el Gólgota, de Jesús el
Nazareno, un barco se dirigía al puerto de Marsella. A bordo tenía
fugitivos judíos y conocidos por la Biblia: José de Arimatea, María
Magdalena y su hermana Marta. Parece que, como anuncian las
leyendas de la Iglesia, llevaban consigo el Grial. Pero no debe ha-
ber sido la piedra, sino ese vaso en el que Jesús y sus discípulos
comieron el cordero propiciatorio la noche del Jueves Santo, antes
de ser traicionado y entregado a los esbirros por Judas Iscariote.
Este vaso, se dice, habría encontrado al día siguiente, Viernes San-
to, una aplicación más santa aún: en él se recogió en el Gólgota la
sangre derramada del Crucificado. Cuándo el Nazareno dijo "se
ha consumado", inclinó la cabeza y acabó su vida. Su cuerpo fue
dejado en un sepulcro rocoso que José de Arimatea solícitamente
había puesto a disposición. Por esta causa, José fue encerrado por los
judíos en una mazmorra y abandonado allí sin alimento. Mas, ¡oh
maravilla!, noche tras noche se le apareció un ángel y le dio de co-
mer del Grial, del sacrosanto vaso. Finalmente, José fue liberado por
el propio Jesús que le encomendó llevar el vaso a otras tierras. Con
María Magdalena y Marta, se confió a Dios y al cuidado del mar. Y
Dios quiso que alas y viento lo trajeran a Marsella. María Magdale-
na debe de haberlo cuidado hasta el día de su muerte en una cueva
del Grial situada en las proximidades de Tarascón, a orillas del
Ródano. Otras leyendas cristianas afirman que Poncio Pilatos cedió
el Grial, un cáliz o un vaso, para que prestara servicios a José de
Arimatea, los que éste prestó; después de que recogieran en él la san-
gre de Jesús, José lo llevó hasta Gran Bretaña. Con la muerte de José,
el cáliz del Grial desapareció de la tierra y volvió a aparecer Cuándo
el tan loado Titurel llegó a ser rey. A éste se le encomendó la
vigilancia de la lanza con la que fue abierto el costado del
Crucificado por el centurión romano Longino. Titurel construyó
para las reliquias, ante todo para el Grial, un castillo de
majestuosidad y belleza incomparables. El monasterio
benedictino de Montserrat, cerca de Barcelona, en Cataluña,
podría haber sido este castillo, pero no lo era. Correspondiendo a su